Recordará INBA legado artístico de Diego Rivera

CIUDAD DE MÉXICO (24/NOV/2010).- El Instituto Nacional de Bellas (INBA) recordará hoy al laureado artista plástico Diego Rivera (1886-1957), en el 53 aniversario luctuoso, con una ceremonia y guardia de honor, en la Rotonda de los Personajes Ilustres, en el Panteón Civil de Dolores, en esta ciudad.  

Dicho acto ha sido realizado año con año, desde la inauguración del Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, del INBA.  

Sin embargo, este año cobra especial relevancia, ya que la vida y obra del destacado muralista forma parte de la historia del arte mexicano en la etapa posrevolucionaria.  

Diego María Rivera nació en Guanajuato el 8 de diciembre de 1886, desde temprana edad mantuvo el gusto por el dibujo y más adelante estudió la escuela convencional por las mañanas y por las noches acudiría a San Carlos, donde fueron sus maestros José Guadalupe Posada y José María Velasco.  

En 1907, patrocinado por el gobierno del estado de Veracruz viajó a Madrid para estudiar, por recomendación de Gerardo Murillo, 'Dr. Atl', en el taller del pintor Eduardo Chicharro, en donde abordó la obra de Diego Velázquez, El Greco y Pieter Bruegel, entre otros.  

México se vestía de gala para celebrar 30 años del presidente de México, Porfirio Díaz, y el centésimo aniversario de la insurrección del padre Miguel Hidalgo, y Rivera llevó a cabo aquí una exhibición donde muestra sus obras realizadas en Europa.  

'La exposición fue un éxito, tanto en lo social, como en lo económico, Carmen Romero Rubio de Díaz, esposa del presidente, inauguró la muestra y compró seis de 40 obras que Diego presentó', escribió Beltram D. Wolfe, en su libro 'La fabulosa vida de Diego Rivera'.  

En 1911, Diego instalado en París incursiona en el cubismo durante cuatro años al lado de Pablo Picasso, Juan Gris y Georges Braque.  

Sin embargo, las pretensiones de Diego eran expresar las realidades políticas y sociales, por lo que los acontecimientos políticos de Rusia y México contribuyeron a radicalizar y politizar el pensamiento ideológico de Rivera y dejar repentinamente el cubismo.  

En 1920 estudia el arte bizantino, etrusco y del Renacimiento, explorando lo que era ya una inquietud creciente.  

El concepto de un arte público y socializado será tema de conversación que sostiene con David Alfaro Siqueiros en París, un año antes.  

De regreso a México y apoyado por el secretario de Educación, José Vasconcelos, Diego Rivera viajó por el sur México, pero no acaba de encontrar inspiración, sino hasta su viaje al estado de Oaxaca.  

'Rivera regresó convertido a la sencillez por la sacudida de todo lo que había visto y vivido', menciona Jean Charlot en 'The Mexican Mural Renaissance: 1920-1925'.  

Más adelante inicia con David Alfaro Siqueiros (1896-1974) y José Clemente Orozco (1883-1949) el movimiento pictórico que le daría a México presencia y reconocimiento internacional: el muralismo mexicano.  

Este movimiento artístico surge como consecuencia de la Revolución Mexicana de 1910 y se considera uno de los fenómenos más importantes de la plástica contemporánea a nivel mundial.  

La visión revolucionaria de socializar el arte se basó en la creación de un arte nacional, inspirado en el pasado indígena, con una visión moderna de progreso y exaltando los valores sociales, históricos y nacionalistas de los mexicanos.  

El muralismo mexicano tuvo como antecedente la obra del grabador José Guadalupe Posada (1851-1953).  

El imaginario fantástico y sus profundas inquietudes político-sociales, constituyeron la herencia que enriquecerían años más tarde a los muralistas.  

El eje conductor del movimiento pictórico estuvo a cargo del filósofo y primer secretario de Educación Pública, José Vasconcelos.  

La epopeya muralística comenzó en 1921 en los muros de la Capilla de San Pedro y San Pablo, a cargo del Dr. Atl, Roberto Montenegro, Xavier Guerrero y Jorge Enciso.  

Aunque la producción sustantiva y franca de los murales más significativos por su contenido nacionalista y popular fueron los realizados por los tres grandes: Rivera, Orozco y Siqueiros en la Escuela Nacional Preparatoria, hoy Antiguo Colegio de San Ildefonso, y la Secretaría de Educación Pública.  

Inspirado en la cultura del Anáhuac, Rivera en sus profundos conocimientos sobre la historia de México y en su pasión por las tradiciones populares, logra un marcado carácter nacionalista y revolucionario.  

Finalmente muere en su casa-estudio de San Angel el 24 de noviembre de 1957, a causa de un paro respiratorio.