Miércoles, 29 de Enero 2025
Cultura | Pese a su muerte, son sus obras releídas por el mundo, las que dejan mucho del escritor

Perfil: Gabriel García Márquez

Pese a su muerte, son sus obras, leídas y releídas una y otra vez por todo el mundo, las que dejan mucho del escritor

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (17/ABR/2014).- Como sus personajes, Gabriel García Márquez tiene una vida peculiar y pintoresca, de la que ha arrancado pedazos que quedaron prensados en sus novelas, cuentos, reportajes y discursos.   La tarde de este jueves se difundió en las redes sociales la muerte del Premio Nobel de literatura, luego del hermetismo de la familia y las pocas declaraciones del estado de salud, lo último que trascendió respondía una nueva batalla contra el cáncer.

Aunque la literatura fue la fuente principal de su grandeza, nunca se mudó de la piel de periodista: "soy un periodista, fundamentalmente. Toda la vida he sido un periodista. Mis libros son libros de periodista aunque se vea poco. Pero esos libros tienen una cantidad de investigación y de comprobación de datos y de rigor histórico, de fidelidad a los hechos, que en el fondo son grandes reportajes novelados o fantásticos, pero el método de investigación y de manejo de la información y los hechos son de periodista", dijo en una entrevista radial en 1991, y la cita es retomada en el libro "Gabo, periodista", una colección de sus textos reporteriles.

Su carrera en las letras, tanto las de realidad como las de ficción, comienza en el diario "El Espectador", donde trabajó como reportero. "La hojarasca", su primera novela, vio la luz cuando él tenía 27 años, aunque antes le habían precedido un puñado de cuentos publicados en aquel periódico, ya bañados de la influencia de Franz Kafka que después evolucionaría en ese estilo endémico de nuestro continente: el realismo mágico.

Aracataca, el pueblo colombiano que lo vio nacer en 1927, es uno de los más beneficiados con la fama mundial que goza García Márquez, y así lo reconocen muchos de los sitios de promoción turística del lugar. No se puede pensar en Aracataca sin Márquez, de la misma manera que Márquez no se puede pensar sin su ciudad natal y sin su casa, ahora convertida en museo para visitantes. En "Cien años de soledad" ese pequeño pueblo cobra vida bajo el nombre Macondo, y la casa de los abuelos del escritor es reinventada como el hogar de la familia Buendía.

Para García Márquez, esa novela fue la más difícil y dolorosa, y por ello la mejor. Él la define como una "constancia poética" de su infancia, un desfile de parientes que "nunca hicieron mucha distinción entre la felicidad y la demencia", según una entrevista que dio para el diario El Mundo.

Pero por más entrañables que sean sus recuerdos, el éxito de su obra cumbre le cayó algo indigesto: "lo peor que le puede suceder a un hombre que no tiene vocación para el éxito literario, y en un continente que no está acostumbrado a tener escritores de éxito, es publicar una novela que se venda como salchichas", le confesó al político y periodista Armando Durán, de acuerdo con el diario El País.

La anécdota de que fue a recoger el Nobel en un traje regional colombiano es un hito en la historia del premio. El rebelde y desenfadado "Gabo", incapaz de ser domesticado por la seriedad literaria, comparó la ceremonia como asistir a su propio funeral.

Su amistad con Fidel Castro le restó simpatías en los circuitos intelectual y literario. Nunca ha retirado su apoyo a la Revolución Cubana, aun cuando el régimen comenzó a revelar sus más serios problemas en materia de derechos humanos con la detención del poeta Heberto Padilla por leer públicamente uno de sus libros, acto que el gobierno calificó como una provocación. El encarcelamiento fue reprobado por algunos de los escritores del boom latinoamericano, incluido Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes, pero no por "Gabo". Esa fractura con sus colegas nunca sanó del todo.

A lo que sí sobrevivió el autor fue al cáncer linfático, pero ahora otro fantasma levanta sospechas: el año pasado, su hermano Jaime reveló que Gabriel tenía demencia senil, una enfermedad común en su familia y que evidentemente es parte fundamental de "Cien años de soledad".

Poco después, la noticia fue desmentida por Jaime Abello, director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, pero las pocas y breves apariciones en público del escritor, así como su alejamiento paulatino del foco público, siembran dudas.

Sin embargo, no hay que olvidar que a "Gabo" nunca le agradó estar en la mirada de los medios: "me he negado a convertirme en un espectáculo, detesto la televisión, los congresos literarios, las conferencias, la vida intelectual, y he tratado de encerrarme dentro de cuatro paredes, a 10 kilómetros de mis lectores, y sin embargo ya me queda muy poca vida privada", le dijo alguna vez a su hermano Eligio.

En marzo de 2013, dio un breve saludo el día de su cumpleaños ante la prensa en su residencia en la Ciudad de México. Hace ya una década que publicó su última novela, "Memorias de mis putas tristes", que recibió críticas mixtas y no pasó inadvertida por los activistas contra la trata de menores, debido a que narra el enamoramiento que tiene un anciano con una chica de 14 años obligada a prostituirse.

La polémica no deja descansar del todo al colombiano, ni el reconocimiento internacional. Pese a su muerte, son sus obras, leídas y releídas una y otra vez por todo el mundo, las que dejan mucho de "Gabo": lo suficiente como para un largo rato.

EL INFORMADOR / BRENDA RAMOS

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