Ovacionan a Quino, el padre de Mafalda, en Lima

LIMA, PERÚ.- Hasta gritos a lo estrella de rock hubo cuando Quino, el legendario creador de Mafalda, irrumpió la noche del jueves en la XIV Feria Internacional del Libro de Lima (FIL) , de la que ya se convirtió en el rey.

El caricaturista argentino, de 77 años, era esperado con algarabía por centenares de admiradores, muchos de los cuales podrían ser sus nietos. Armados todos con colecciones de Mafalda, grandes y chicos hicieron filas de más de tres horas para lograr un autógrafo de uno de los creadores más sólidamente instalados en la memoria gráfica de América Latina, quien acaba de ser distinguido por el Comité Español de Unicef por su labor a favor de la infancia.

Las reglas fueron determinantes: no más de un libro autografiado por persona, no a las fotografías, no a acercarse demasiado al artista, que, muy serio y acompañando por una cerveza, se limitaba a firmar libro tras libro..

Los más jóvenes salieron de la sala convencidos de que Quino es un antipático. Los más veteranos creyeron en cambio percibir una agobiante timidez, pero unos y otros lucían como trofeo la rúbrica, mientras los que se quedaron sin tickets los miraban con envidia.

Más allá de que la obra de Quino es prolífica, es obvio que su popularidad se sustenta en Mafalda, aquella niña contestataria y vivaz que nació como figura de publicidad y que se tornó en una celebridad al lado de sus amigos Felipe, Susanita, Miguelito, Manolito y Libertad y su hermano Guille.

Fernanda, una adolescente, estaba feliz en la fila, mientras repasaba por enésima vez su libro de Mafalda y reía con cada chiste como si no los conociera ya de memoria. Lo curioso es que Fernanda nació 23 años después de aquel 1973 en que Quino dibujó la tira por última vez para nunca más volver a hacerla.

"Sorprende que después de dejar de dibujar a mis personajes sigan tan vigentes. Los problemas del mundo no han cambiado en nada" , reflexionó Quino en la FIL al respecto.

Porque para Quino y para sus seguidores, Mafalda y sus amigos son un reflejo fiel de la vida cotidiana. De la de hace treinta y tantos años y la de ahora. Un concepto testimonial que el autor ha querido mantener en su carrera “postmafalda”. Y por eso prefiere autodefinirse como "un periodista que dibuja" .

"Leo las noticias de los periódicos, veo los noticieros y leo las cartas de los lectores para ver de qué se preocupa la gente y tratar de reflejar eso en mi trabajo" , señaló sobre su método quien para cuestiones burocráticas se llama Joaquín Salvador Lavado.

"Me preocupan mucho los problemas del planeta, de la economía mundial, de las clases marginadas, de la deforestación del Amazonas, son cosas que a uno lo preocupan. Parece que a tipos como (George W.) Bush no les importa un pito el planeta" , se lamentó.

En unas palabras antes de la firma de autográfos, Quino repitió detalles que sus admiradores ya sabían: que se supo dibujante cuando a los tres años descubrió cuántas cosas pueden caber en un lápiz (anécdota recogida en una genial viñeta con Guille) , que dejó la escuela de Bellas Artes porque eso no era lo suyo, que pasó por dificultades económicas antes de consolidarse y que dejó de dibujar a Mafalda porque sintió que ésta "lo poseía" demasiado .

La escritora brasileña Nélida Piñón, premios Príncipe de Asturias y Juan Rulfo, se convirtió sin saberlo en una víctima de Quino. Su conferencia, programada casi a la misma hora en una sala contigua, no tuvo el impacto que hubiera tenido en otras circunstancias.

Y es que en la FIL, todo giraba en torno al papá de Mafalda. O del creador, más exactamente, para no quitarle el título a aquel burócrata clasemediero al que la vida tomaba como sparring.