Neruda y Franzen: la pasión por mirar pájaros

GUADALAJARA, JALISCO (25/NOV/2012).-  ''¡Ahora a buscar pájaros! …  pájaros invisibles de la selva, del bosque, de la enramada pura, pájaros de la acacia y de la encina, pájaros locos, enamorados, sorpresivos, cantantes vanidosos, músicos migratorios … vagabundos, os amo libres, lejos de la escopeta y de la jaula, corolas fugitivas, así os amo inasibles, solidaria y sonora sociedad de la altura, hojas en libertad, campeones del aire, pétalos del humo, libres, alegres, voladores y cantores, aéreos y terrestres, navegantes del viento, felices constructores de suavísimos nidos, incesantes mensajeros del polen, casamenteros de la flor, tíos de la semilla, os amo, ingratos: vuelvo feliz de haber vivido con vosotros un minuto en el viento.''
                                                  
Fragmento de “ODA  A MIRAR PÁJAROS” (Pablo Neruda, 1954)

La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara 2012 tiene a Chile como país invitado, por lo cual las referencias al fallecido Premio Nobel chileno Pablo Neruda serán obligadas.  Este año también la FIL tiene como invitado de honor a Jonathan Franzen, Premio Nacional del Libro de los Estados Unidos y considerado por la revista Times como “el nuevo gran novelista estadounidense”.  Sobre él, Carlos Fuentes, quien recibirá un homenaje póstumo en la FIL, dijo que lo recomendaba por ser uno de los pocos escritores que “rompe con los moldes y restricciones de la novela americana”.  Coinciden pues, en FIL, Neruda y Franzen como buenos escritores, pero también coinciden en otro aspecto: ambos comparten la pasión por mirar pájaros.

En su natal Temuco, Pablo Neruda se aficionó a dar caminatas por los bosques y los campos observando y a veces coleccionando la fauna que encontraba, incluyendo las aves. Su amor por la naturaleza y por las aves lo acompañó el resto de su vida.  El poeta declara en su autobiografía Confieso que he vivido que “El oficio de poeta es, en gran parte, pajarear”. Cuando inició su forzado exilio, en el que se vio obligado a cruzar los Andes a caballo, uno de los pocos libros que llevaba consigo era Las Aves de Chile. En conjunto, los poemas ornitológicos de Neruda muestran su conocimiento y amor por las aves.   En su libro Canto General (1950) nos regala el poema “Vienen los pájaros”, y en Odas elementales (1954) incluye los poemas “Oda a las Aves de Chile”, donde describe las especies más emblemáticas de su país, y “Oda al Pájaro Sofré”, donde lamenta la muerte de una mascota. En “Oda a mirar pájaros” describe las sensaciones, emociones e inclusive frustraciones y consecuencias físicas de salir a ver pájaros.

El libro Nuevas Odas Elementales (1956) incluye la “Oda al picaflor”, posiblemente su más hermoso poema sobre aves, y en su Tercer libro de Odas (1957) hace una elegía a un pájaro que encuentra muerto en la playa (“Oda al Albatros Viajero”). Culmina su inspiración ornitológica con el libro “Arte de Pájaros” (1966), que incluye poemas sobre pájaros reales (los pajarintos) y también pájaros imaginarios (los pajareantes). La poesía de Neruda no solo describe la belleza del ave, sino también se inspira en sus comportamientos y procesos poblacionales como se observa en sus poemas “El Vuelo” y “Migración”. Al final, en “El poeta se despide de los pájaros” describe el impacto de las aves en su vida: “Yo, poeta popular, provinciano, pajarero, fui por el mundo buscando la vida: pájaro a pájaro conocí la tierra: reconocí donde volaba el fuego: la precipitación de la energía y mi desinterés quedó premiado porque aunque nadie me pagó por eso, recibí aquellas alas en el alma y la inmovilidad no me detuvo.”

El gusto por pajarear

A diferencia de Neruda, Jonathan Franzen le tomó el gusto a pajarear ya siendo adulto. El distinguido autor describe como en la década de los años noventas se cansó de estar preocupado y ansioso por los daños ambientales causados por la sociedad. La indignación por la destrucción ambiental no le permitía disfrutar la naturaleza, y se desprendió de la misma. No quería acabar como Walter Berglund, personaje de su novela  Libertad, quien parecía “… haberse desquiciado bajo la presión de pensar con demasiado detalle en lo jodido que estaba el mundo”.  Sin embargo, posteriormente le pasó algo inesperado: se enamoró de los pájaros. A través de un amigo descubrió las aves que habitan los bosques del Central Park en Nueva York, y un nuevo mundo se abrió antes sus ojos; disfrutaba a las aves como hermosos “ornamentos colgados de los árboles.” Mientras más conocía las aves, más le fascinaban, y aunque opuso resistencia por considerar que el pasatiempo de mirar pájaros era muy extraño, en sus palabras- “poco a poco y a pesar de mi mismo, desarrollé esta pasión, y una mitad de la pasión es obsesión, la otra mitad es amor”. El ir a pajarear se convirtió casi en una adicción. Ahí es donde empieza lo que él llamó en su ensayo en The New Yorker “Mi problema con los pájaros”. Porque ahora su dolor por la destrucción de la naturaleza no era producto de una preocupación abstracta por el funcionamiento del ecosistema, sino por la pérdida del hogar del cual dependían los animales que él  amaba. Así que nuevamente revivió su interés por conservar la naturaleza, ya que el amar a las aves hacía su dolor tolerable. Franzen ahora incluye el tema de conservar pájaros en muchas de sus novelas y cuentos, escribe sobre aves en revistas especializadas, y participa en documentales de televisión que promueven una sensibilidad por los pájaros. La novela que presentará en la FIL, Libertad, incluye como parte de la trama, un proyecto para conservar el Chipe Cerúleo que se reproduce en noreste de los Estados Unidos y migra por la vertiente del Golfo de México y América Central hasta llegar a invernar a los bosques de los Andes sudamericanos.

Pasatiempo de escritores

Sin embargo a pesar de lo extraño que parezca el pasatiempo de mirar pájaros, este no es una particularidad única de estos dos autores, ejemplo de esto es la escritora canadiense Margaret Atwood, ganadora del Premio Príncipe de Asturias y  anterior participante de la FIL Guadalajara, cuyo compromiso por la conservación de la naturaleza es notoria. También Agatha Christie, destacada autora de novelas detectivescas, y E. B. White premio Pullitzer y autor de Stuart Little y la Telaraña de Charlotte, disfrutaban salir a ver pájaros. John Borroughs, amigo y biógrafo del poeta Walt Whitman (otro amante de las aves), nos ofrece en su ensayo Pájaros y Poetas (1877) una pista del porqué los escritores pudieran amar a las aves- “Casi podría decirse que las aves son todas aves de los poetas y de nadie más, ya que sólo el temperamento poético puede responder plenamente a ellas. Tan cierto es esto, que todos los grandes ornitólogos ... han sido poetas de hecho, si no de palabra ... El mismo concepto de un ave, es un símbolo y una sugerencia al poeta. Vagabundas hermosas, dotadas de todas las gracias, dominadoras de todos los climas, no conocen límites, -¡cuantas aspiraciones humanas no se realizan en su vida libre y feliz, y cuántas sugerencias ofrecen al poeta su vuelo y su canto!” Sin embargo, la hipótesis de Burroughs tiene excepciones cuando vemos otros tipos de personas que también han amado a las aves, por ejemplo, algunos fueron famosos asesinos.

Robert Stroud, en quien se basa la película El Hombre de Alcatraz protagonizada por Burt Lancaster, inició su interés por las aves en prisión y hasta escribió un clásico libro sobre enfermedades de aves canoras. Nathan Leopold, quien junto a Richard Loeb, hijo del vicepresidente de Sears Roebuck, asesinó a un niño millonario en Chicago para lograr el “crimen perfecto” era estudioso de las aves. Sobre este crimen Alfred Hitchcock, director del film de terror Los Pájaros, desarrolló la película La Soga con Jimmy Stewart. El asesinato fue célebre por el peculiar móvil del crimen entre millonarios intelectuales y porque el abogado fue Clarence Darrow, quien defendió al maestro John Scopes en el Juicio del Mono sobre el derecho a enseñar evolución en las escuelas públicas. Leopold fue puesto en libertad después de 33 años en cárcel, se mudó a Puerto Rico donde continuó observando aves y redescubrió una especie de paloma considerada extinta, Patagioenas inornata wetmorei (también fue el maestro de algebra de secundaria de quien esto escribe).

La pasión por las aves también le ha picado a los espías. Tal vez el más notorio es el británico Ian Fleming, quien al convertirse en escritor, tomo prestado para su agente 007 el nombre del ornitólogo James Bond, autor de la guía de pájaros que Fleming utilizaba en Jamaica. Sidney Dillon Ripley, quien fuera Secretario durante dos décadas de la prestigiosa Smithsonian Institution, fue espía en Asia durante la Segunda Guerra Mundial, y como tenía prohibido divulgar su ubicación, enviaba a su familia la lista de especies de pájaros que observaba. Su familia, con un mapa de la distribución de los pájaros, descifraba su localización por la presencia de aves endémicas, únicas a ciertas islas o regiones. Y fue justamente la pasión por las aves lo que llevó al espía estadounidense Alger Hiss a cometer el error de divulgar la fecha y el lugar donde observó por primera vez un Chipe Protonotario; detalle que le permitió a un joven fiscal llamado Richard Nixon lograr su condena. Este triunfo judicial le dio la notoriedad a Nixon que le permitió llegar a ser Vice-Presidente y posteriormente Presidente de los Estados Unidos, para finalmente ser depuesto por el escándalo de Watergate. El nefasto legado político de Nixon fue parcialmente contrarrestado por ser uno de los presidentes que más ayudó a las aves creando la Agencia de Protección Ambiental y firmando la Ley de Especies en Peligro de Extinción (Tal vez así pagó su deuda con aquel chipe!).

Esto nos lleva a otro grupo amantes de aves, los líderes políticos. Teodoro Roosevelt, imperialista que impulsó con su política “del gran garrote” el expansionismo militar de los Estados Unidos, creó el primer refugio para aves en América del Norte. La Isla Pelícanos en la Florida, evitó la destrucción de importantes colonias de garzas amenazadas por la excesiva demanda de plumas para el mercado de sombreros de mujeres. Indira Gandhi, la primer ministro de India (hija del líder de la independencia y también amante de la naturaleza, Jawaharlal Nehru), era observadora de aves e impulsó las primeras leyes de protección de fauna silvestre, aguas y bosques en su país.  El expresidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, tal vez el más humanista de los presidentes de esa gran potencia, se inició viendo aves cuando escaló en los años 80 al Monte Kilimanjaro en África.

Banqueros, músicos y científicos también han caído en las garras del extraño pasatiempo. Tal vez el caso más célebre en el ámbito financiero es Hank Paulson, exdirector de Goldman & Sachs, ex Tesorero de los Estados Unidos y controversial figura durante la reciente debacle económica causada por Wall Street. Paul MacCartney de los Beatles empezó cuando joven a mantener una lista de las especies de aves observadas y ha compuesto varias canciones que se inspiran en ellas. El científico Premio Nobel, James Watson, quien fue co-descubridor de la estructura molecular del ADN que ha revolucionado la genética, observaba aves desde niño e inicio sus estudios universitarios en ornitología antes de cambiar de carrera.

Diálogo a destiempo

En México las aves han jugado un papel importante en la cosmovisión de los pueblos: ejemplos son el águila asociada al dios-ave Huitzilopochtli que indicó donde se debía fundar Tenochtitlán y la serpiente emplumada Quetzalcóatl.  Fue famoso el gran aviario de Moctezuma Xocoyotzin en Tenochtitlan, siendo este uno de varias “casas pajareras” ubicadas por los Mexicas en Ixtapalapa, Atzcapotzalco, Coyoacán, Tepoztlán, Cuernavaca, Huachinango, el Peñón y Atlixco. En el siglo XV, Acolmiztli Nezahualcóyotl, al igual que Neruda se inspiraba en las aves para escribir poemas (“Amo el canto del zenzontle, pájaro de cuatrocientas voces…”). Pero el ver aves en México amerita un ensayo propio; regresemos a FIL de Guadalajara con Neruda y Franzen.

Asumamos que el primero aún viviera y ambos se encontraran deambulando en los pasillos de la FIL hojeando libros. Indudablemente hablarían de plumas, aunque no literarias sino más bien ornitológicas. Como buenos pajareros, su conversación iniciaría con la pregunta ineludible de cualquiera de los dos- “¿Qué pájaros has visto?”- y la conversación pudiera desarrollarse algo así:

FRANZEN.-“Pues Pablo, estoy contentísimo, salí ayer a mirar pájaros y tuve la suerte de ver un colibrí Athis heloisa, uno de los pájaros mas pequeños del mundo que solo existe en las montañas del Occidente de México. Recordé palabras de tu Oda al Picaflor: “… chispa de agua, incandescente gota de fuego… relámpago viviente… átomo de oro”.  ¡Fue maravilloso!  Esto no lo puedo ver en los Estados Unidos.

NERUDA -“Joven Jonathan, yo también tuve que salir a resolver lo que identificas como “Mi Problema con los Pájaros”. Tuve la grata sorpresa de ver que ya llegaron desde Alaska los colibríes Selasphorus rufus a invernar en Jalisco. ¡La migración más larga del mundo en relación al tamaño del ave! Toda la población continental de esta especie se concentra en invierno en esta región. ¡Increíble! Tampoco se ven migraciones así en Chile.

FRANZEN.- “Son tan variados e interesantes los pájaros de por acá en Jalisco… pero me entristeció la desforestación que observé en la zona costera y la contaminación en esa impresionante Barranca del Rio Santiago”.

NERUDA.- “Yo también me percate del problema, la verdad, ojalá estén haciendo algo los jaliscienses para conservar las maravillas que tienen”.

FRANZEN.- “Pues eso espero.”                                                .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Eduardo Santana Castellón, es profesor Universidad de Guadalajara donde estudia aves en la Sierra de Manantlán.