Jueves, 21 de Noviembre 2024
Cultura | Es recíproca a la muestra ''Los aztecas, el pueblo del sol'' que se muestra en Montreal

Museo del Templo Mayor exhibe vestigios del pueblo iroqués

Es recíproca a la muestra ''Los aztecas, el pueblo del sol'' que se muestra en Montreal, y que ha recibido al momento 130 mil visitantes

Por: NTX

De igual forma se exponen las teorías científicas que se han propuesto para explicar la desaparición de esta etnia. NTX / N. Tavira

De igual forma se exponen las teorías científicas que se han propuesto para explicar la desaparición de esta etnia. NTX / N. Tavira

CIUDAD DE MÉXICO (13/OCT/2015).- Un centenar de vestigios arqueológicos hallados en Quebec y en Ontario, Canadá, así como en Nueva York, Estados Unidos, se presentan en la exposición ''Iroqués, visión arqueológica de una antigua cultura de Quebec'', la cual da cuenta de la vida cotidiana de ese pueblo que en el 800 d.C. aproximadamente adoptó el maíz como alimento básico para su subsistencia, cambiando así la fisonomía de la América septentrional.
 
Inaugurada anoche en el Museo del Templo Mayor en esta capital, la muestra llega a México en reciprocidad por la exposición ''Los aztecas, el pueblo del sol'', que se presenta en la ciudad canadiense de Montreal, donde ha recibido a casi 130 mil visitantes y finalizará su exhibición el próximo 25 de octubre.
 
En la apertura, el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, dio la bienvenida al primer ministro de Canadá, Philippe Couillard, a México y en particular al museo, ''lugar que representa el encuentro entre la cultura española e indígena''.
 
Indicó que a través de cerca de 130 piezas, los mexicanos podrán apoderarse del gran descubrimiento de los iroqueses, ''de la misma forma que los quebequenses pueden descubrir al pueblo azteca con la exposición que se encuentra en Montreal''.
 
Refirió que durante 35 años, México ha colaborado con la delegación de Quebec en varios niveles como el económico, el educativo y comercial, ''sin embargo la cultura es importante, pues hemos desarrollado más de 200 proyectos y confiamos en que se multipliquen en el futuro''.
 
Tovar y de Teresa expresó su confianza porque la exposición inaugurada sobre el pueblo iroqués, ''constituya una ventana para que los mexicanos conozcan un poco mejor su país y cultura''.
 
En su oportunidad, el primer ministro de Canadá expresó su beneplácito por la apertura de la exhibición, que constituye uno de los 250 proyectos generados a través del Grupo de Trabajo México-Quebec, y que ilustra la sólida y fructífera relación que une a Quebec con México.
 
En el marco del trigésimo quinto aniversario del establecimiento de la representación oficial de la Delegación General de Québec en México, el diplomático deseó ''larga vida a las relaciones Quebec-México''.
 
En el acervo de los pueblos iroqueses que el público podrá admirar, destacan ollas de barro, pipas, herramientas de trabajo y de la vida cotidiana, como punzones, puntas de flecha, metates y arpones, además de vestigios europeos del siglo XVI y granos de maíz carbonizados, entre otros.
 
La comisaria de la muestra, Elisabeth Moreau, dijo que los iroqueses fueron por muchos años nómadas, que acampaban en las márgenes del río San Lorenzo para abastecerse de pescado y después se dispersaban para cazar, generalmente durante los crudos inviernos norteamericanos.
 
Hacia el año 500 d.C., comenzaron a cultivar y a construir hogares que albergaban a varias familias de forma semisedentaria. Cerca de 800 d.C., el cultivo del maíz les permitió almacenar alimento suficiente para mantenerse en un mismo lugar durante el invierno.
 
Este grupo indígena se desarrolló a partir del año 500 y hasta el siglo XVI, cuando desapareció o se dispersó sin dejar vestigios. Incluso por muchos años se pensó que era una leyenda. Sin embargo, en los últimos años las investigaciones arqueológicas han arrojado evidencias de su existencia.
 
Para Patricia Ledesma, directora del Museo del Templo Mayor, el único dato existente hasta antes del siglo XX de este grupo nativo de América del Norte era el reporte del colonizador Jacques Cartier (1491-1557 ), quien entabló contacto con ellos entre 1534 y 1542, y del capitán Jean-François de La Rocque de Roberval (1500-1560), .
 
Agregó que seis décadas después una nueva expedición encabezada por Samuel Champlain (1574-1635) arribó a la misma zona, sin encontrar rastro alguno de esta sociedad.
 
Durante el siglo XX, los trabajos arqueológicos canadienses permitieron hallar restos de cerámica con patrones geométricos y representaciones de mazorcas de maíz en el borde, que los expertos determinaron como característicos de esta cultura de Quebec.
 
Con estas evidencias se han identificado decenas de asentamientos indígenas que compartían esta tradición cultural, incluidas dos de las villas que reportaron los exploradores franceses: Hochelaga y Stadacona, lugares donde se asientan Montreal y Quebec.
 
En la muestra destacan dos fragmentos de cerámica del siglo XVI pertenecientes a los exploradores europeos, conviviendo en el mismo contexto con piezas del grupo indígena, y que a su vez, permitió identificar el sitio donde en algún momento se asentó el fuerte habitado por los expedicionarios.
 
En una primera sección, se ubica al visitante en el contexto geográfico de donde proviene el material arqueológico, con un mapa realizado por los arqueólogos quebequenses, en el que se presenta por primera vez la localización de todos los sitios que hasta la fecha se han encontrado de este grupo étnico.
 
Más adelante se aborda el estilo de vida y los roles sociales de los hombres y las mujeres iroqueses del siglo XVI. A través de los materiales museográficos y apoyados en las crónicas europeas, el visitante puede conocer los trabajos cotidianos, como la alfarería, la caza y la pesca, las habitaciones donde convivían y su pensamiento religioso.
 
El recorrido continúa con un apartado sobre el maíz, alimento fundamental para la sobrevivencia de esta antigua cultura; se exhiben granos de maíz recuperados en contextos arqueológicos, ilustraciones y ollas con motivos fitomorfos.
 
El recorrido culmina con el tema del contacto europeo y el fin de este pueblo; en este último apartado, se exhiben fragmentos de cerámica extranjera que dan testimonio de la etapa histórica en la que convivieron por última ocasión los colonizadores y los grupos indígenas del río San Lorenzo.
 
De igual forma se exponen las teorías científicas que se han propuesto para explicar la desaparición de esta etnia.
 

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