Martes, 26 de Noviembre 2024
Cultura | Más de tres mil piezas creadas hace 200 años serán exhibidas en Puebla

Museo de Arte Religioso recrea episodios de monjas en Nueva España

El acervo está conformado por objetos de los conventos de las órdenes capuchina, dominica y agustina, que se establecieron en Puebla durante la época colonial y hasta finales del siglo XIX

Por: NTX

La exhibición está situado en el Ex Convento de Santa Mónica en Puebla. ARCHIVO  /

La exhibición está situado en el Ex Convento de Santa Mónica en Puebla. ARCHIVO /

PUEBLA (25/FEB/2012).- Obras de grandes dimensiones, más de tres metros de altura, creadas hace 200 años por manos indígenas y que representan diversas escenas de la vida de Cristo, se exhiben en el la Sala de Terciopelos del Museo de Arte Religioso (MAR), de esta ciudad.  

Se trata de obras de excelente manufactura que forman parte de las mil 300 piezas que exhibe este museo renovado, y las cuales fueron pintadas por el indígena oriundo de Cholula, Rafael Morante, informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en un comunicado.  

Este recinto, situado en el Ex Convento de Santa Mónica, es uno de los más importantes de arte novohispano del país, al resguardar una de las colecciones más grandes, alrededor de tres mil 500 piezas, del siglo XVII al XIX.  

Acervo conformado por objetos de los conventos de las órdenes capuchina, dominica y agustina, que se establecieron en Puebla durante la época colonial y hasta finales del siglo XIX.  

Los visitantes pueden disfrutar de un recorrido por la historiografía de Puebla, ya que es el primer espacio que recrea la vida conventual femenina de la Nueva España.  

Mientras que el edificio que lo alberga destaca por ser de los pocos conjuntos conventuales que han sobrevivido hasta la actualidad, de los 11 que hubo en los siglos XVII y XVIII en lo que fue la antigua Puebla de los Angeles, villa que se caracterizó por estar habitada únicamente por españoles y haber sido un punto estratégico para el desarrollo económico de la época.  

Tras su reestructuración, este museo ahora cuenta con 27 salas, cuatro de ellas nuevas, que en conjunto explican la fundación del sitio, el origen de Puebla en el siglo XVI, el proceso de evangelización, la creación de conventos femeninos y masculinos en dicha entidad, además de la recreación de la vida cotidiana del convento de Santa Mónica.  

Los diversos pasillos de este inmueble histórico conducen al Patio de profesas, localizado en la planta baja y que fue utilizado por las monjas para leer, orar, reflexionar y hacer actividades en grupo, como bordar y tejer.  

Los coros del convento también pueden ser apreciados por los asistentes, los cuales son espacios cuadrangulares conformados por altares, nichos, relicarios y adornados con óleos, muchos de los cuales aún se conservan y exhiben. En este punto, las monjas se reunían para escuchaban misa, rezar y cantar.  

Cabe señalar que entre las actividades que las religiosas celebraban en esta parte del inmueble, destaca el recibimiento de su hábito de novicias y el juramento de seguir una vida de obediencia, castidad, pobreza y clausura.  

Entre las atracciones que puede disfrutar el publico, el INAH señaló que destaca una pequeña escultura de aproximadamente 40 centímetros de alto, que se localiza en un nicho en la cocina conventual y que representa a San Pascual Bailón, santo de los cocineros y a quien las monjas agustinas se debían.  

Cabe mencionar que la Cocina Conventual conserva su horno original de tipo semicircular y está adornado con mosaicos de talavera azules y blancos; en este espacio aún se pueden observar diversas ollas de cerámica sobre el horno, y otras tantas colgadas decorando las paredes.  

Contiguo a la cocina se localiza el Refectorio, donde las monjas comían en comunidad, no sin antes leer algún pasaje de la Biblia o las biografías de santos que les servían como ejemplo.  

Otras áreas del Ex Convento de Santa Mónica que se pueden recorrer son la enfermería, la biblioteca, el antecoro, algunas de las celdas, el despacho de la priora y el patio de novicias, en las cuales con la nueva museografía se recrean las labores cotidianas de las religiosas, desde las oraciones que hacían en el Coro Alto para recibir la aurora, hasta la medianoche en que volvían para cantar los maitines.  

De igual forma, a lo largo del MAR el visitante se puede deleitar con diversas pinturas de gran formato, firmadas por artistas novohispanos, como Pascual Pérez, Juan Villalobos, los hermanos José y Francisco del Castillo, Juan Tinoco, Miguel Cabrera, José Ortiz, Juan Correa, Luis Berrueco o el poblano Miguel Jerónimo de Zendejas.  

Otros objetos de gran valor histórico son: documentos, libros, textiles y ornamentos ceremoniales como casullas, túnicas, estolas y una serie de coronas de profesión de las monjas, que fueron manufacturadas entre los siglos XIX y XX, con un alma de hierro que les da la forma de corona imperial o real, adornadas con figuras de cera y flores de tela.  

El Ex Convento de Santa Mónica comenzó sus labores en 1688, cuando dio profesión a 24 colegialas; tuvo diversas exclaustraciones como consecuencia de las Leyes de Reforma (1857-1861) y debido a diversos conflictos desatados por la Revolución Mexicana (1910) y posrevolución.  

Las religiosas agustinas desalojaron el inmueble definitivamente en 1934; dos años más tarde, debido a la riqueza histórica y artística del lugar, el recinto fue convertido en sede del Museo de Arte Religioso de Puebla y declarado Monumento Colonial el 19 de junio del mismo año; para 1940 el inmueble ya formaba parte del INAH.  

Como parte de la primera reestructuración integral que tuvo el MAR, de 2005 a 2011, 285 obras fueron restauradas por especialistas del INAH, y otras 50 fueron sacadas de bodega y exhibidas por primera ocasión; además, se realizaron trabajos arquitectónicos y de conservación en el inmueble.  

Cabe señalar que durante dichas labores se hallaron los arranques de los lavaderos y letrinas coloniales, del siglo XVII, hechos de ladrillos y azulejos, que estaban debajo de un piso procedente del siglo XX, los cuales ahora se exhiben por primera vez a través de ventanas arqueológicas, a fin de que los visitantes los puedan observar junto con los antiguos sistemas de desague.  

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