Millás hace un viaje de lo misterioso a lo cotidiano

GUADALAJARA, JALISCO (02/DIC/2010).- El escritor español Juan José Millás (Valencia, 1936) opina que, por esta vez, ha conseguido algo que andaba buscando, algo “que ha sido mi aspiración desde hace mucho tiempo: una mezcla de complejidad y sencillez. Siempre he soñado escribir una novela que fuera simultáneamente sencilla y compleja. El mejor modelo de ello es La metamorfosis, de Kafka”.

Lo que Millás supone que por fin se ha acercado a ese modelo es Lo que sé de los hombrecillos, su novela más reciente, una historia a la que tenía dándole vueltas en la cabeza desde que era un niño. El autor español la presentó ayer en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en una jornada que implicó una ajetreada agenda: por la mañana participó en el Coloquio Internacional de Bibliotecarios con una conferencia magistral, por la tarde encantó al difícil público de la charla Mil Jóvenes y, por la noche, habló de su título en Seix Barral.

Lo que sé de los hombrecillos, describió Millás durante una entrevista, se sitúa en un terreno casi onírico: comenzó “cuando era pequeño y, al ponerme los zapatos, siempre revisaba que no hubiera una cucaracha adentro. En algún momento, cambié a las cucarachas por hombrecillos, pensando que me daría menos asco aplastar a uno de ellos que un bicho”. Un día soñó a los hombrecillos y lo tomó una señal para escribir el libro. Pero descubrió que “era una novela como si ya hubiera estado escrita a trastienda y que tuviera que llevarla a la parte de adelante sin que me haya planteado problemas, porque fue con mucho gozo; es decir que el placer estuvo por encima del sufrimiento”.

Una de las características más marcadas en la obra de Juan José Millás es convertir lo insignificante en algo maravilloso o lo misterioso en lo cotidiano. Pero, si antes lo fantástico aparecía en lo real, “en ésta he invertido el proceso: lo real aparece en lo fantástico. Es una novela que desde el primer párrafo establece un pacto con lector”, afirma el autor de Julio y Laura y El desorden de tu nombre, entre otros títulos.

Aunque la literatura parece tener un tiempo de vida indeterminado, y el periodismo, por el contrario, muere a las 24 horas de haber sido publicado, Juan José Millás afirma que ocurre todo lo contrario: “Creo que hay un equívoco ahí: ahora caduca antes la literatura; es decir que los libros pasan por la mesa de novedades de alguna librería un cuarto de hora y a veces pasan directamente de la impresora a la guillotina. Nunca como hoy se escribió para la muerte y, con mucha frecuencia, trabajos periodísticos que están escritos para la muerte resulta que resucitan”, señala Millás.

La mujer que cambió la vida de Millás

Por la mañana, en el Coloquio de Bibliotecarios, Millás se dedicó a divertir a los convocados con un recorrido confesional por su experiencia como lector. Admitió, por ejemplo, que, cuando era un niño y hacía frío, se resguardaba junto a sus amigos en una biblioteca cercana a su casa, pero sólo para fingir que estaba leyendo, bajo la mirada de una bibliotecaria que lo vigilaba. Hasta que se topó con Cinco semanas en globo, de Julio Verne y, mientras fingía, leyó las dos primeras líneas por error… y la transformación quedó hecha.

Entre las risas de los bibliotecarios, recalcó: “Si alguno de ustedes duda que su trabajo es inmensamente importante, sólo quiero recordarles que todos tenemos un libro destinado a cambiarnos la vida. Si un bibliotecario observa a una persona con atención, y luego es capaz de acercar ese ejemplar hasta sus manos, entonces habrá colaborado para que su vida cambie para siempre”.

Por la tarde, en el encuentro Mil Jóvenes, el autor también arrancó carcajadas al público. Explicó que, de niño, tuvo entre sus actividades favoritas la de buscar el significado de las palabras. “Sin palabras no podemos relacionarnos con el mundo, pero éstas son una fuente de confusión enloquecedora. La vida sin ellas es imposible, pero, con ellas, terrible”.