El editor aprovechó el uso de la palabra para señalar que uno de los "lastres más pesados" de México es limitar el fomento al libro y a la lectura, porque esto significa no tener como meta la creación de lectores capaces y con agilidad de comprensión. Las políticas del país devalúan a la cultura porque se piensa que es menos valiosa por dejar menores derramas que otras industrias como la petrolera, comentó el galardonado. De Latinoamérica, el país que abre punta en la industria editorial es Colombia, explicó Porrúa, y no es casualidad. Su legislación ha provocado un incremento productivo de 350 a seis mil libros anuales, con impulsos como apoyos fiscales. Otro ejemplo internacional es Noruega, donde de cada libro editado en el país, el Estado compra dos para repartirlos en las bibliotecas. Lo que urge en México, entonces, es adecuarse a los parámetros y marcos normativos internacionales que fomentan al libro y la lectura, dijo el editor. "Soy un librero, un editor común y corriente", se define. Su carrera se debe en parte a la influencia de una familia de editores y en parte a que "no trabaja por dinero". La biblioteca personal de Miguel Ángel Porrúa consta de 18 mil títulos, algunos datan desde el siglo XVI, recordó Raúl Padilla durante el acto. "Miguel Ángel Porrúa desayuna, cena y duerme libros", lo describió, por su parte, Sergio López, coordinador de Bibliotecas de la Universidad de Guadalajara, (UdeG).Mientras que el historiador José María Muriá lo nombró con humor "mamón", por aquello de que el gusto por los libros le llegó como leche materna. Recordó que el caudal de títulos que posee Porrúa bien lo sabe compartir.En el acto también estuvo el escritor Vicente Quirarte, la directora de la FIL, Marisol Schulz y el rector de la UdeG, Tonatiuh Bravo Padilla, quién entregó el reconocimiento. EL INFORMADOR/ ALEJANDRA PEDROZA
