Martes, 26 de Noviembre 2024
Cultura | Industria editorial. Las ventas representa menos de 1 por ciento

México se atrasa con el ebook

El país aún no entra a los debates internacionales sobre el paso del libro impreso al electrónico

Por: SUN

La tienda de la empresa Apple para latinoamérica ofrece títulos en español de prácticamente todos los grandes sellos.EL UNIVERSAL  /

La tienda de la empresa Apple para latinoamérica ofrece títulos en español de prácticamente todos los grandes sellos.EL UNIVERSAL /

CIUDAD DE MÉXICO (06/NOV/2012).- A pesar de que en México, Random House Mondadori y Grupo Santillana han puesto 4 mil 700 títulos a la venta en la página de iBookstore latinoamericana, desde la semana pasada, lo que representa la totalidad del catalogo en conjunto de ambos grupos, el paso de la lectura y consumo de libros en papel a la lectura y consumo en formato digital en México avanza, pero aun paso muy lento.

Contrario al mundo anglosajón y nórdico, donde el libro vive un profundo cambio de modelo de lectura, consumo y formación de una biblioteca y es un tema que se analiza en muchos países, incluido España, en México los asuntos de discusión tienen que ver con educación, lectura y fomento. Más que el cambio de paradigma del libro de papel al eBook, lo que se discute en el país es el paradigma de cuánto y cómo leemos.

Carlos Ramírez, director general de Santillana Ediciones Generales México, sostiene que en México las editoriales apenas producen libros electrónicos y que sus ventas están muy por debajo del 1%. Da un ejemplo concreto: desde hace seis meses tienen la política de que todos los libros de los diferentes sellos de Santillana salgan en papel al mismo tiempo que en digital donde no se vende casi nada: “Nuestro top de tops de best sellers en descargas fue un libro que tuvo 67 descargas y del resto el uno, uno, uno se repite más de mil veces”.

Esa falta de compradores es resultado de la falta de lectores. Hace unos meses Grupo Santillana realizó una encuesta entre profesores de primaria y secundaria de ocho ciudades del país, los resultados mostraron que en promedio cada maestro había leído sólo un libro los últimos 18 meses.

La realidad es que México debe ser primero un país lector y sólo así será un país lector en papel o en digital. Por eso es que Laura Emilia Pacheco, directora de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, afirma que es necesario emplear todas las herramientas para el fomento del libro y la lectura, y que luego vendrá el cambio de paradigma de papel a eBook.

Recordó que en la pasada edición de la Feria del libro de Frankfurt los estantes no tenían libros sino códigos QR para ser descargados y además vio un libro sin letras, es más, sin ninguna grafía, las hojas estaban llenas de códigos y códigos para comprar y descargar en cualquier soporte.

Lo que inhibe la migración

En España, Manuel Gil ha reflexionado sobre el tema; junto con Joaquín Rodríguez ha publicado el texto El paradigma digital y sostenible del libro, en México en cambio hacen falta discusiones.

Carlos Ramírez, afirma que hoy en día mucha gente tiene iPad y lo usa para navegar en Internet o jugar, pero no para leer. “Mientras el tema educativo siga siendo la gran tarea pendiente el consumo electrónico lo será porque lo que el libro electrónico hace es una migración de los que ya leemos en el formato impreso; es una cuestión de hábitos, a diferencia de la música los libros se consumen de otra manera. Si no he leído toda mi vida, no lo voy a hacer ahora en formato electrónico. En países anglosajones o nórdicos donde leer era una costumbre, migrar al formato digital es más fácil, pero como todavía nos falta recorrer mucho con el libro impreso, pues nos falta muchisísimo en el digital”.

Laura Emilia Pacheco es optimista: “En unos años vamos a voltear a ver este periodo y nos vamos a morir de risa porque apenas estamos entrando a esto, tenemos temor, no sabemos muy bien cómo se hace, pero este surgimiento de la tecnología que se inscribe dentro de la cultura ha abierto un mapa que no tiene caminos pero tampoco retornos, creo que este cambio de paradigma en muchos casos significa nuevas formas de lectura y nuevas formas de escritura”.

Tomás Granados, coordinador editorial del Fondo de Cultura Económica, dice que México está en pleno cambio. “Contra lo que mucha gente piensa, hoy los libros son más baratos que nunca, lo que ha permitido que muchísima gente tenga bibliotecas personales. Tener una gran cantidad de libros no nos vuelve coleccionistas, en el sentido refinado que solemos darle a la palabra. Valorar un acervo por su mera existencia material es practicar un fetichismo pobretón, que también se manifiesta al usar desdeñosamente el término contenidos”.

¿Poseedores de contenidos?

Granados se sitúa justo en este cambio de pasar de coleccionar libros en papel a descargar contenidos digitales: “Hay algo desagradable en no ser dueño de un objeto, pero creo que cuando las aguas se asienten podremos decir, como hacemos respecto de los bienes raíces, ‘feliz el que posee’ (aunque uno no sea propietario). Ser dueño de un poco de papel manchado de tinta no significa que leamos mejor. Y aunque suene feo, ser un mero licenciatario puede abrir nuevas posibilidades: como los libros electrónicos carecen de ‘distractores’ (diseño tipográfico, textura del papel, olor), tal vez podamos practicar desnudamente la lectura”.

Para el escritor Alberto Chimal es ligeramente peor: “en sentido estricto no posees los contenidos que compras: se te dan en licencia, que como se ha visto en casos recientes se puede revocar y en ocasiones se quitan sin que medie explicación ni justificación”.

Granados habla de los contenidos como legados y espera que los libros se puedan legar, aunque sabe que hay muchos factores que atentan contra ese derecho elemental de quien fallece, pues las letras chiquitas de las licencias siguen planteando debates.

Tampoco están claros ni los derechos de los compradores de materiales digitales. “Todavía hay dudas. Ese terreno está lleno de incógnitas, tanto positivas como negativas. Un ejemplo de las primeras es que, con algunos vendedores de contenidos, éstos están a salvo de lo que le ocurra al dispositivo concreto en el que uno esté leyéndolo: si se te echa a perder tu Kindle y lo renuevas, de golpe tienes toda tu biblioteca disponible en el nuevo aparato (¿algún editor de libros en papel se atrevería a ofrecer un seguro contra inundación o incendio a quien compre un ejemplar impreso?). A cambio, se acotan ciertos derechos, como los de préstamo, reproducción, destrucción, reventa”, afirma Granados, quien asegura que en el FCE quien compra y descarga un libro electrónico puede legar el archivo.

Cambiar el concepto de lector y coleccionista en papel y entender que hay que convertirse en “mero licenciatario” como lo señala Tomás Granados, no es sencillo.

El escritor Alberto Chimal tiene claro que “deberíamos” cambiar nuestro paradigma en torno a los libros, pasar de tenerlos como objetos a convertirlos en contenidos o mejor dicho licencias de uso, pero “no lo hemos hecho”.

“Personalmente creo que ese nuevo paradigma es una de las consecuencias más negativas del desarrollo del libro electrónico, pero nadie ha ofrecido una alternativa (o no ha conseguido superar la presión de las grandes empresas involucradas)”.

Pero ¿se podrá leer mucho más en formato digital que en papel? Ramírez cita al Premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, cuando éste durante la Feria Internacional de Guadalajara dijo: “Pongamos que una persona lee un libro a la semana, que suena bastante agresivo, puede leer 50 libros al año, pongamos que cumpla sus bodas de oro como lector, multipliquemos esos 50 por 50, podría leer máximo 2 mil 500 libros y la propaganda es muy ridícula cuando dice ‘este dispositivo electrónico puede albergar 5 mil títulos’, es ridícula porque nunca se van a poder leer”.

PARA SABER
Nueva librería digital


El pasado 23 de octubre Apple abrió su librería iBookstore a latinoamérica. Fruto de largas negociaciones con los grandes corporativos de la edición internacional, la tienda en línea ofrece libros en español de prácticamente todos los grandes sellos.

El servicio está disponible en: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, y Venezuela.

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