GUADALAJARA, JALISCO (11/DIC/2015).- Concluida la Feria Internacional del Libro, a los lectores les restan muchos libros por leer. De la FIL quedarán los recuerdos, algunos positivos, pero no faltaran los malos recuerdos. ¿Cómo se recordará esta feria con Reino Unido como invitado de honor? Cada asistente tendrá su versión, porque (como dicen), cada quien habla como le va en la feria. Sin embargo, en la experiencia común se advierten los mejores y los peores sucesos ocurridos durante la FIL 2015. Aquí una breve selección de los cinco mejores momentos y otros cinco que pudieron haber sido más agradables para el visitante. LO MEJOR —Por segundo año consecutivo, la feria presentó el programa La FIL también es Ciencia, que agrupa las diversas ramas de los saberes científicos. Lo atinado del diseño de este programa (este 2015 más abultado) es que no está pensado exclusivamente para profesionales, sino que buscan presentar el perfil de divulgación científica para acercar la ciencia a un público en general, muchos jóvenes entre ellos. —El ensamble Cinematic Orchestra sorprendió a propios y extraños durante su presentación en el Foro de la Expo Guadalajara. Si bien el programa de espectáculos de la FIL no tuvo a ninguno de los esperados gigantes de la cultura musical británica, de su programación discreta sobresalió Cinematic Orchestra, concierto con tintes de jazz que llenó y dejó afuera a muchos melómanos, además de bibliómanos. —Fernando del Paso: cuando se programó su homenaje sólo se contemplaba celebrar los 80 años de vida de este narrador, acaso el mejor de los escritores mexicanos vivos. El anuncio del Premio Cervantes para Del Paso aumentó la expectativa. En la ceremonia los actores Sofía Álvarez y Héctor Bonilla realizaron una lectura dramatizada de la célebre Noticias del imperio. —Irvine Welsh: pese a ser un escritor que ha vendido millones de libros, autor de una novela cuya adaptación cinematográfica es un referente cultural de los noventa, Welsh no tiene la actitud de rockstar. Aunque cuando apareció en los salones en los que tuvo actividades los aplausos parecían que sí se trataba de una estrella de rock, por ello es de celebrar que haya escritores que generen entre los jóvenes tal pasión. —Becca Fitzpatrick: en el mismo tenor de la buena aceptación de Welsh, lo que Fitzpatrick provocó en la FIL es sobresaliente. Horas antes de que comenzara su firma de libros ya había adolescentes formados para solicitar la rúbrica y el selfie con esta joven escritora. Bestseller con novelas de corte juvenil, también provocó gritos y tumultos (similares a los que tendrían Werevertumorro y Jordi Rosado, pero resulta diferente cuando se trata de jóvenes interesados por las letras, principalmente, y no por la figura mediática). LO PEOR —No es que estuviera tan mal, pero el pabellón del Reino Unido dejó mucho que desear. Más allá de las críticas estéticas que recibió (Juan Villoro entre sus detractores), el pabellón no ofreció mucho para los lectores en busca de los clásicos. ¿Ediciones especiales, con obra completa de Shakespeare, máximo representante de las letras británicas? Nada de eso. ¿Una amplia oferta editorial de las novedades en inglés? Tampoco, ni siquiera de los autores invitados a la FIL (y los pocos libros que sí hubo llegaron hasta el jueves de la feria, seis días tarde). —El Salón de la Poesía: no tanto por los poetas que visitaron la pequeña habitación casi escondida dentro del recinto ferial, sino por el diseño mismo del espacio. Aunque hubo poetas que en un futuro serán considerados clásicos dentro de las letras inglesas, como John Burnside o Andrew Motion, el Salón de la Poesía lució desolado: en parte porque el aforo se redujo, además de que el diseño parecía estar apenas en montaje (sillones sin respaldo, un techo deslucido y una sensación de vacío). —La recepción de la telefonía celular: el gran tema no resuelto de la Expo Guadalajara con la FIL, sobre todo a partir del jueves y hasta el domingo. Las miles de personas que acuden en busca de libros también quieren tuitear y feisbuquear sobre sus hallazgos, el escritor que se encontraron en el pasillo o mandarle mensaje a un amigo para concretar un punto de encuentro. Pero la saturación es tal que la señal se pierde (y ni les contamos del wifi en la sala de prensa, a veces inexistente). —Werevertumorro y Jordi Rosado por los pasillos de la FIL: no se juzga su presencia en el programa de la Feria Internacional del Libro, lo negativo es que se pasearon como altos funcionarios rodeados por una veintena de agentes de seguridad, lo que nos provoca dos cosas: por un lado el colapso de la movilidad, al bloquear por donde caminan, y por otro los gritos desenfrenados de los adolescentes (que a veces gritan sólo por gritar, sin saber quién genera el alboroto). —América Latina, invitada de honor para la FIL 2016: ¿En serio? Allende la ambigüedad que existe alrededor del concepto de Latinoamérica (desde el nombre, como vemos), ¿los quebequenses también los consideraremos latinos? ¿Los caribeños? No se diga las literaturas en lenguas indígenas. Lo que tememos muchos lectores es un programa estelar surgido de lo que vemos año tras año en la FIL (Destinaçao Brasil plus Latinoamérica Viva). Ojalá nos equivoquemos y nos sorprenda una FIL 2016.