Viernes, 22 de Noviembre 2024
Cultura | José Carlos y Raúl se hacen dueños de la FIL

Los muchachos del maquillaje

José Carlos y Raúl se hacen dueños de la FIL

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (30/NOV/2012).- No vinieron a la feria a ligar, pero pensaron que siempre es bueno prepararse para los imprevistos. Por eso apartaron un espacio en una barra, afuera de los baños y sobre ella extendieron el espejo y el polvo y el labial y al rato sus labios eran bombones rosados y tentadores. José Carlos Martínez y Raúl Peguero estaban hermosos, como sólo puede serlo alguien que está por cumplir los 20.

Ayer la FIL se llenó de hormonas. Los estudiantes de las secundarias, las preparatorias y las licenciaturas llegaron en tropel. Hubo intercambio de miradas, besos, moños en las cabezas, zapatos colegiales, cuerpos pegados, mochilas de peluche. Las adolescentes se hicieron dueñas de los espejos en los baños y arremangaron sus faldas a cuadros, que quedaron muy cortas. Los muchachos les tomaron fotografías con sus aparatos celulares.

José Carlos y Raúl se polvearon la nariz y se hicieron fotos. Peinaron con cuidado las cabelleras rubio platino, delinearon los ojos con un lápiz café y pusieron brillo chabacano sobre los labios.

Ambos estudian una licenciatura en humanidades en Lagos de Moreno y vinieron a Guadalajara en búsqueda de literatura. Para aprovechar el viaje, a José Carlos no le haría mal ligarse a un intelectual, confesó. Raúl Peguero está enamorado; quería lucir bien, sin ser provocador.

Evitar la provocación es imposible para los dos, porque son de esas personas que iban a nacer ser muñecas, pero nacieron hombres. Y a estos hombres les gusta maquillarse, usar ropa ajustada, ponerse tenis rosas, teñirse el pelo de platino, y les gusta mucho leer.

Tienen que ser libros de intriga, alclaró José Carlos, mientras sujetaba su melena a la nuca y  mencionaba a Kevin Brooks y otros. Raúl, que se había estado polveando, dijo que prefiere los de historia.

Los muchachos se tomaron su tiempo y se dieron opiniones hasta que quedaron bellísimos. Luego se perdieron en los pasillos para encontrarse con sus compañeros de la licenciatura. Sus caderas era un péndulo perfecto, parecido al de las preparatorianas que también exhalaban hormonas. “Escriba por favor que nos gusta el maquillaje y también los libros”, suplicaron.

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