Los caballeros de sangre amarilla

GUADALAJARA,JALISCO (29/NOV/2012).- La noche del jueves con aroma, con olor a café y gas. Un gas que se mete en el alma y la devora. Las víctimas: el silencio, la ausencia.

¿Quiénes son los que están ahí. Tan bonitos, tan gentiles? Son tres. Los Tres de Chile: Álvaro Henríquez, Ángel Parra y Roberto "Titae" Lindl.

Los micrófonos, utensilios; instrumentos para armadura; las voces, el cañón de batalla de cientos de encuentros. El Foro FIL fue el escenario para otra, con más de cuatro mil cerebros digiriendo la estridencia musical de una "Torre de Babel" y "Feria verdadera" durante los primeros acordes.

Ni rockabilly ni rock ni folclor. No hay que encasillar a Los Tres. Bien se pudo bailar al estilo tap o huapango, o simplemente, alzar los brazos para traducir el agradecimiento de su visita. Las bocinas traducían el soundtrack de vidas enteras, de quizá, hasta tres generaciones.

Las matemáticas se hicieron presentes. La raíz cuadra de Los Tres dio como resultado a otros dos: María Esther Zamora y Pepé Fuentes, par de antaños exponentes del sonido popular de Chile.

Las matemáticas seguían. Cuatro más. Mexicanos, llenos de café, procedentes de Tacvba. Así, nadie durmió como un lirón, sin sábanas ni colchón.

Rubén, Joselo, Meme y Quique. Efímeros y eternos, impregnando más gas a esos chilenos masoquistas de los amores violentos. Sepultados.

La vida es imprecisa. Y sí, como Los Tres lo dicen: se abre la tierra y Guadalajara está a sus pies. Todos se divirtieron, los cafetos hicieron aquella danza inmortalizada en 2002, con la cabezas cubiertas de cresta. Todo, para dejarse caer.

Álvaro, inconfundible con su barba, con su voz fresca. Ángel Parra, un "as" de las seis cuerdas. Y ese "Titae" mago del contrabajo.

El público, convertido en una orquesta humana de aplausos y halagos. Con Los Tres todo es metáfora y realidad. Una oda instrumental, rapsodia lírica: depresiva, amorosa, filosa. Como usted guste.

Eso sí, antes de irse, de abandonarnos otra vez, Los Tres pasaron a ser un norteño musical improvisado para aclarar que eran "los jefes de jefes y decirlo no es por presunción", así como los mismos Tigres del Norte.

AGENCIA INFORMADOR / NORMA GUTIÉRREZ