GUADALAJARA, JALISCO (27/DIC/2016).- Las vacaciones son periodos que, como pocos, se prestan a la lectura. Y más si, como sucede con tanta frecuencia, el exceso de compromisos sociales del mes de diciembre (posadas de la oficina, desayunos con amigos, etcétera) nos ha dejado, ya para estas alturas, agotados y sin ganas de hacer otra cosa que recostarnos a leer un buen libro (y dejemos de lado que otros prefieran dedicar estos días a mirar la televisión: allá ellos). Aquí aventuramos algunas sugerencias de títulos de literatura (de épocas muy diferentes y de procedencia tanto mexicana como internacional) para cerrar el 2016 y abrir el año nuevo. Son, todos, libros apasionantes, entretenidos, rigurosos y con los que vale la pena experimentar esa agradable sensación de extravío entre las páginas de la que hablaba Umberto Eco. Por: Antonio OrtuñoEl sencillo (de encontrar) “Había mucha neblina o humo o no sé qué” de Cristina Rivera Garza (Literatura Random House). Una de las principales novedades editoriales del año que termina fue este acercamiento biográfico, intelectual y teórico a Juan Rulfo de parte de una escritora en la plenitud de sus recursos expresivos. Para cualquiera interesado en la figura del más importante narrador jalisciense (y, por qué no, mexicano), este libro es un básico. El de (justificada) moda “Manual para mujeres de la limpieza” de Lucia Berlin (Alfaguara). Una colección de relatos agudos, emotivos, finísimos, de la pluma de una autora estadounidense rescatada del olvido años después de su fallecimiento. Lucia Berlin merece figurar junto a Hemingway, Salinger, Highsmith, Carver y Oates en el canon de grandes cuentistas de su país. El dificultoso (de conseguir) “Kalpa Imperial” de Angélica Gorodischer (Minotauro). Dos ediciones de este libro han circulado en nuestras librerías y, aunque están agotadas comercialmente, es posible encontrarlas aún en algunas librerías de “viejo”. Y, claro, en formato de ebook (aunque allí se encuentra uno con la añadida dificultad de que, al menos en las principales plataformas, no aparece el texto original en castellano; sino la traducción al inglés de la enorme Ursula K. LeGuin). Esta colección de cuentos de la escritora argentina, que evoca las disímiles influencias de Isak Dinesen, Tolkien, Borges y Hans Christian Andersen, fue acreedora a los premios Gigamesh y World Fantasy.El nacional (y local) “La caída de cobra” de José Miguel Tomasena (Tusquets). Un emocionante y sobrio thriller carcelario, que nos muestra el mundillo salvaje de los penales mexicanos, copados por las mafias e incapaces de “reinsertar” socialmente a nadie. Periodista, académico y narrador avecindado por años en Guadalajara, Tomasena debutó editorialmente con esta concisa y estupenda novela a la que vale la pena asomarse. El de (relativa y también justificada) moda “Cuentos completos, vol. 1” de Philip K. Dick (Minotauro). La adaptación televisa de su relato “The Man in the High Castle” y la anunciada secuela de la cinta “Blade Runner” (basada en otro de sus cuentos) ha devuelto a los reflectores a este autor fundamental de la ciencia ficción del siglo XX. Aunque fue un estupendo novelista, es en sus cuentos en los que el mejor Philip K. Dick sale a relucir. Una sorpresa garantizada en cada uno. El clásico “El hombre que fue jueves” de GK Chesterton (Fondo de Cultura Económica). Traducido y prologado por el gran Alfonso Reyes (y, por tanto, preferible a otras ediciones menos exquisitamente cuidadas), esta divertidísima fábula policial, cuya hábil historia (cargada de sorpresas y metáforas) enfrenta a un policía con un grupo anarquista en el Londres de principios de siglo que es, aquí, una ciudad tan sugerente e imaginaria como la Bagdad de Las Mil y Una Noches. La brillantez y el cálido humor de Chesterton nunca dejan indiferente al lector. El latinoamericano “Tres novelas exóticas” de Rodrigo Rey Rosa (Alfaguara). Lo han llamado discípulo de Borges y de Paul Bowles (de éste último lo fue literalmente). El guatemalteco Rodrigo Rey Rosa es uno de los mejores prosistas contemporáneos en español. Estas tres novelas breves, ambientadas, respectivamente, en las selvas mayas, la India y Marruecos, aprovechan el aparente exotismo de los escenarios para explorar la fatal condición humana.