Lectura de poesía con Andrés Neuman

GUADALAJARA, JALISCO (01/DIC/2011).- Un “remanso en el trajín de la Feria” fue para Andrés Neuman (1977) la lectura de poesía que ofreció
hoy en el Salón de Tequila Herradura. Lo acompañó el también poeta Ángel Ortuño, quien para introducir al autor argentino se refirió a una frase de Severo Sarduy a propósito de la naturaleza del lenguaje poético: “el poeta hace equilibrios, como un funambulista sobre la cuerda floja, tendida entre el sentido y el sonido”.

Durante cerca de una hora, Neuman leyó y recitó de memoria algunos de los poemas contenidos en dos de sus libros: la recopilación “Década” –que incluye versos creados de 1997 a 2007—, y el recientemente publicado Patio de Locos (editorial Textofilia).

El poema que abre Década fue también el elegido para dar inicio al gozoso encuentro: “monólogo a dos voces” es una discusión interna que se debate entre el optimismo y el pesimismo de un individuo que contempla un amanecer, y que fue interpretado por ambos poetas en una suerte de lectura dramática en la que Neuman se quedó con el segundo papel:

(Ortuño): Como un lento jarabe que calienta la bóveda celeste / la luz trama su incendio y vuelve los colores a mis ojos / amanece / este es el primer día.

(Neuman): ¡Pero idiota! / qué asombro va a quedarnos sobre el día que es / siglo de los siglos, ya se sabe, final de un gran banquete / miro por la ventana y desde mi sensata finitud no veo más que el sol reemplazando a la noche / como siempre (…)

Después, Neuman se quedó solo para interpretar otros poemas de su selección, algunos de los cuales iban acompañados de una pequeña explicación del autor. “El jardinero”, por ejemplo, es un recuerdo de un día de la infancia, en el que poco antes de morir, el abuelo de Andrés sembró con él un árbol: “y tengo la impresión de que me regaló una metáfora”.

“Miedo a volar” narra las sensaciones que tiene “hasta el más experimentado pasajero en cuanto hay turbulencias”, y que el autor consideró como un servicio público, o como una terapia gratis, ya que “vivimos con una total inconsciencia de lo evidente: lo frágil, provisional y casual que es estar vivo”, dijo.

En la segunda mitad del acto vino la lectura de una selección de Patio de Locos, un pequeño libro “anfibio” compuesto por 33 poemas que combinan la lírica con una estructura narrativa. Todo acontece en un manicomio donde conviven distintos locos –el rubio, el astuto, el de la muleta—, el Doctor Nube, la enfermera y el celador: “Los poemas tratan de presentar este espacio donde la frontera entre la locura y la cordura no está tan clara”, explicó Neuman, incluso la del propio narrador, que conforme avanza se va contagiando, y “que nos lleva a preguntarnos qué clase de locura es tratar de contar una historia”.

“El patio de los locos calienta las baldosas / derrite los contrastes, dilata los cabellos / por eso las miradas de los locos se doblan como perchas / los ojos desorbitan / ‘eso se llama asombro’, sugiere el narrador / ‘eso se llama valium’, corrige el Doctor Nube”.

El relajante encuentro lírico, en el que el escritor argentino dio muestra de su talento literario, agudeza y buen humor, finalizó con una ronda de preguntas y respuestas en la que se tocaron algunos temas como la vigencia del verso, las vanguardias poéticas y hasta los instrumentos musicales. Hijo de músicos profesionales, Neuman contó que de pequeño intentó aprender el violín y la guitarra sin mucho éxito: “no estaba llamado por los caminos de la música (…) pero a lo mejor me hubiera gustado tocar el cello: primero porque tiene una especie de melancolía reflexiva (…) y segundo porque se abraza, el cello es un instrumento que no te deja solo nunca”.

EL INFORMADOR / Eugenia Coppel