Viernes, 29 de Noviembre 2024
Cultura | Visiones de Atemajac

Las pasiones místicas de Alfonso de Lara Gallardo (III)

Enrique Navarro

Por: EL INFORMADOR

Prosiguiendo con los viajes de estudio y producción artística realizados por el maestro Alfonso de Lara Gallardo, debo comentar que el primero lo realizó por España gracias a una beca que le permitió residir por un año –1962- tanto en Madrid como en diversas regiones de la Península Ibérica (Castilla particularmente). En la capital estudia en la Escuela Libre de Pintura y asiste al Museo del Prado con objeto de copiar y asimilar las obras de célebres autores como el Greco, Velázquez o Goya. Junto con el norteamericano Robert Gart -a la sazón trabajador del Museo Metropolitano de Nueva York- recorre diversas regiones y presenta, como resultado de sus itinerarios, una exposición en el Instituto de Cultura Hispana de Madrid.

Una década después realiza otro viaje de singular trascendencia para su vida y creencias. Éste será a Tierra Santa, donde entraría en contacto con los sitios históricos transitados por Jesucristo. El impacto que estos lugares simbólicos ejercieron sobre el ánimo y espíritu del maestro fueron determinantes no solo por el hecho de permitirle ahondar con mayor profundidad en sus concepciones religiosas, sino porque le proporcionaron ricos materiales temáticos para trasladar al muro, al lienzo o al papel. Recuerdo de esa etapa su registro puntual -por ejemplo- del Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, entre otros muchos escenarios y lugares.

Los dos viajes relatados, en suma, le brindaron a De Lara Gallardo la doble oportunidad de reconocer raíces ancestrales y entronques culturales, pero le permitieron, como apunto líneas arriba, ubicar con precisión al hombre y a la divinidad como centros de sus afanes existenciales y profesionales.

La Barranca del Río Santiago, siendo la tercera pasión mística del maestro, ha implicado para su vida profesional un permanente reto. Recorrer su geografía y tratar de asirla e interpretarla no es cosa fácil. A ratos es deslumbrante (no es gratuito que un alto funcionario del Museo Guggenheim la pretenda como sede de la versión local), en otros momentos es veleidosa por cambiante, pero siempre ofrecerá un rostro sugerente. Las estaciones y los cambios climáticos la visten desde los húmedos verdes y azules hasta la interminable gama de los sienas y sepias propios del estiaje. Imaginemos cuando el maestro, enfundado en su infaltable jorongo, bajaba y subía las baldosas de piedra de los patios y terrazas de su estudio ubicado en la ceja de la barranca de Oblatos. Visualicemos su excitación y angustia por apresar a través de los trazos y colores, los fugaces rostros desplegados por la naturaleza. Comprendamos la pasión e intensidad puestas en juego. Solo quien se haya enfrentado a una tela en blanco comprenderá los sentimientos encontrados y la desazón experimentada... Nacerán de estos momentos obras plásticas expresivas y genuinas, nacerán visiones para celebrar, en palabras de Leonardo da Vinci, "las necesidades del Gran Móvil...".

navatorr@hotmail.com

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