Las obsesiones de Antonio Ramos

GUADALAJARA, JALISCO (03/DIC/2015).- "La única habitación que los ladrones respetaron a medias fue la del bebé. Las pisadas llegaban hasta la cuna y de ahí se dirigían, con torpeza, al resto de los muebles. En la estantería de metal no faltaba ni un paquete de pañales, pero se hallaban desordenados. El andador, que antes colgaba de la pared, se encontraba en el suelo. Botellas de aceite para bebé, biberones, mantas, un par de pañaleras y la carilla seguían sumidas en el silencio, apenas perturbado por el polvo que, por años, había entrado al cuarto y se había pegado, anfibio, a la superficie de los objetos”.

Así inicia la novela “Los últimos hijos” (Almadía, 2015), de Antonio Ramos Revillas. Esta historia, al igual que los cuentos que este autor escribió durante cinco años, tiene un ritmo trepidante y conciso. El narrador dejó todo para escribirla. Se sintió cómodo, aunque por momentos tuvo que batallar para encontrar los caminos de la ficción.

Una banda de ladrones ingresa al hogar de Irene y Alberto, protagonistas de la novela, y hurgan en el cuarto del hijo que ambos perdieron. Ante este acto de profanación, la pareja buscará  a los ladrones para despojarlos de una posesión muy preciada. En su recorrido se perfila el gusto por los viajes de Ramos Revillas, el desierto, la infancia y la idea de la negación de la paternidad.

A Ramos Revillas no le gusta repetirse. Cuando se dio cuenta de que lo estaba haciendo en las narraciones cortas, que publicó en cuatro libros, dejó el cuento y se pasó a la literatura infantil, un terreno fértil e inclusivo en el que los escritores pueden hablar de todos los temas sin temor. Ahora sus intereses cambiaron y sólo piensa en la novela.

Reconoce que una de las líneas de “Los últimos hijos” es la paternidad, que se añadió a un bosquejo original de la historia en el cual quería hablar de la violencia y de la gente que llega a su casa y descubre que ha sido saqueada.“Escribí el primer capítulo y me di cuenta de que no había más, no podía avanzar hasta que pensé que lo feo no es que te roben, sino que expongan tu vida, que descubran lo que tú quieres esconder. Ahí surgió la imagen de la paternidad, de un bebé, de una cuna vacía”.

LA FRASE

"Nunca empiezo una historia en terreno conocido, pero en algún momento, en el tratamiento de esa historia, empiezan a surgir cosas que me llaman la atención".

Antonio Ramos Revillas, escritor.