La ópera emociona a barrio pobre en Costa Rica

SAN JOSÉ, COSTA RICA (25/AGO/2013).- Los aplausos, las ovaciones y hasta los gritos emocionados de bravo para celebrar las canciones de Schubert y Verdi, resonaron con fuerza este fin de semana en La Carpio, uno de los barrios más pobres de San José, Costa Rica, que presenció un concierto de ópera en la voz de un joven tenor costarricense.

David Fonseca, joven promesa de la ópera, dejó por unos días los teatros europeos para volver a su natal Costa Rica y dar varios conciertos, uno de ellos en La Carpio, una colonia de bajos recursos donde viven más de 30 mil personas en 63 hectáreas.

Las formalidades propias de la ópera no fueron parte de este espectáculo, pero abundó la emoción de niños y adultos que escucharon, muchos por primera vez, las notas de "La donna é mobile" y "L'elisir d'amore", entre muchas otras piezas maestras.

Con ojos brillantes y abiertos como platos, sonrisas tímidas y manos inquietas, los más jóvenes del auditorio disfrutaron de la voz de Fonseca sentados en el piso del salón comunal en la localidad de La Cueva del Sapo, mientras otros se asomaban por las ventanas.

Al lado del piano que llevaron para acompañar al tenor, una mujer amamantaba a su hija mientras Fonseca seguía cantando y explicando su repertorio y su historia de vida a su particular auditorio.

El joven, que forma parte del Real Conservatorio de Bruselas y que a partir de septiembre se unirá a la Escuela de Perfeccionamiento de Plácido Domingo, en España, narró como hace pocos años era solo un muchacho de familia humilde que recogía café descalzo.

"La música me ha llevado a lugares que siempre me parecieron inverosímiles, por eso estoy convenido de que la música hay que sacarla de los teatros y acercarla a la gente", aseguró el artista.

Para Fonseca, este tipo de conciertos ante público no especializado, son una actividad indispensable para que la cultura crezca.

"No me gusta cuando me dicen que canto música para ricos. La música no puede ser de ricos o de pobres, sino simplemente un medio para unirnos todos. Todos somos susceptibles a la belleza", afirmó.

Según el tenor, es un mito que la ópera y la música clásica no le gusten a las personas más humildes, y lo que sucede "es simplemente que no las conocen".

Y su teoría pareció confirmarse en La Carpio, donde tuvo un éxito rotundo y donde su historia de vida sirvió de inspiración a las 200 personas que participan en un programa cultural gracias al cual la comunidad ya cuenta con su propia orquesta.

De hecho, la Cametara de La Carpio tocó tres canciones para recibir a Fonseca, haciendo que el salón comunal se asemejara a los mejores teatros del país.

Unas 200 personas, entre los 4 y los 45 años de edad, asisten a clases de música en ese mismo salón y varias aulas contiguas, por tres horas a las semana con profesores voluntarios, y practican con instrumentos que les presta el Centro de Integración Cultural Sifais.

El mismo Fonseca impartió varias lecciones el año pasado, y por esta razón decidió volver a ese particular escenario.

"Hay que hacer un esfuerzo extra. Muchos músicos muy talentosos son muy comprometidos pero están en una zona de confort, hay que ir más allá. Necesitamos hoy más que nunca la música y el arte, porque es la única forma de pacificar un poco este mundo tan violento", manifestó.

"Me identifico con estas personas porque me puedo ver a mí mismo en ellos", subrayó.

La Carpio, que se ubica en el sector oeste de San José, se caracteriza por su alta población inmigrante, especialmente de origen nicaragüense, y carga con el estigma mediático de que los reportes que usualmente salen de ella se relacionan con asuntos policiales.

Sin embargo, por un fin de semana se transformó en la sede de la más fina música en Costa Rica, buena parte de ella creada por el talento de sus propios habitantes, con la ayuda de un tenor que promete convertirse en una de las mejores voces del mundo.