La novela, un refugio del cibermundo, según Franzen

GUADALAJARA, JALISCO (24/NOV/2012).- El escritor estadounidense Jonathan Franzen (Chicago, 1959), considerado una de las cartas fuertes de la FIL 2012, a propósito de temas personales, no pudo evitar el tema de su resistencia a convivir con la tecnología. "Me parece que (a causa del Internet y la telefonía celular) el mundo está pasando por algo que no pidió". Y ante este mundo, uno de los pocos refugios es la novela, aseguró.

Un momento: leído así nada más, Franzen soñaría como un tipo indiferente y frío, cuando es precisamente lo contrario, un humanista. O quizá sea ambas cosas al mismo tiempo. "Me siento como un auto de 11 ruedas. Tengo más personalidades de las que yo puedo y unas se ponen frente a las otras".

Esas personalidades son el tema de las obsesiones literarias del escritor estadounidense, quien ha hecho novelas con escenarios realistas que se han convertido en best seller, como Libertad, y también colecciones de ensayos de no ficción del tipo de Más afuera, su último título.

Más afuera surgió de un viaje a las costas casi desérticas del pacífico de Chile, a donde originalmente Jonathan Franzen iba a viajar para un trabajo conjunto con National Geographic, con el fin de llamar la atención sobre el deterioro del ambiente. Al final, a NatGeo no le interesó en el tema y Franzen decidió hacer el viaje de todas formas, acompañado de las cenizas de su amigo David Foster Wallace, quien se había ahorcado en septiembre de 2008.

"Significaba que tenía que escribir sobre David [...] Es un problema para el ensayista y el periodista: que a veces no le queda otra que usar el material personal", dijo.

El narcotráfico en México es el tipo de tráfico ideal: "el DHL de lo que DHL no transporta. Son muy buenos con lo que hacen", excepto por el conteo de cadáveres y la violencia, a decir del escritor.

"Me entusiasma ese sistema global e invisible", confesó el autor de La ciudad veintisiete (1988) y Movimiento Fuerte (1992), durante una conferencia de prensa. Por lo pronto, su entusiasmo por la paquetería de enervantes ilegales no se transformará en una obra literaria, aunque Franzen llegó a pensar que así sería. Pero no: "Me daría miedo".

EL INFORMADOR / VANESA ROBLES