“La literatura me reconforta sin engañarme”: Müller

GUADALAJARA, JALISCO (28/NOV/2011).- Sus vidas han sido totalmente distintas ni siquiera hablan la misma lengua, pero ambos fueron salvados por la literatura. El peruano Mario Vargas Llosa y la rumana-alemana Herta Müller encontraron en los libros una manera de entender la vida con sus bellezas y sus horrores.

Los escritores galardonados con el Premio Nobel de Literatura dialogaron este domingo ante mil 500 personas en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. Sus palabras provocaron suspiros, aplausos y muy pocas risas, pues la vida de Müller está marcada por las desgracias y las atrocidades de la dictadura de Nicolae Ceausescu.

El diálogo entre los autores se mantuvo con las preguntas realizadas por el periodista español Juan Cruz, quien propuso una reflexión sobre el papel de la literatura y un homenaje al escritor español Jorge Semprún, fallecido en junio de este año y sobreviviente de los campos de concentración nazis.

Mario Vargas Llosa recordó que aprendió a leer a los cinco años. “Mi padre ejercía el terror y la lectura se convirtió en un refugio”. Vargas Llosa (Perú, 1936) disfruta encontrarse con el público, en especial con uno tan entusiasta como el asistente a la FIL. Dijo que los libros son “una arma, que hemos encontrado desde el principio de los tiempos”.

“La literatura es uno de los grandes instrumentos del progreso humano. (...) Es un arma maravillosa y es un instrumento para combatir la injusticia”, expresó Mario Vargas Llosa, quien afirmó que la literatura no dice  la verdad, “dice mentiras. Nosotros leemos no para continuar la vida de todos los días, sino para entrar a otra, a una diferente, distinta de la nuestra, eso es lo que buscamos. Esa literatura que está llena de mentiras es la manera que hemos encontrado los seres humanos para decir verdades que no se pueden decir de otra manera. (...) “La literatura es un arma que hemos encontrado desde el principio de los tiempos, desde un mundo que no cumple nuestros anhelos”,

Para Herta Müller (Rumania, 1953), la literatura siempre duele; recordó que en la casa de sus padres no había libros porque eran campesinos. Ella se convirtió en lectora a los 15 años, cuando llegó a la ciudad. “Leía para entender la vida”, dijo la autora, y explicó que durante las vacaciones le tocaba cuidar a las vacas, entonces se sentía sola, “estaba desesperada y aún ahora la soledad me asecha ante un paisaje extenso”.

Agregó que en la lectura sentía unidad, “me mostraba quién era (...) En la literatura se explica la vida a partir de otras cosas que parecen lejanas en un primer momento”.

“Los libros me enseñan que siempre existe el infortunio. La literatura me reconforta sin engañarme, no hace falta que me engañe, me consuela”, expresó la autora,  quien considera que los libros no mienten como lo hace la iglesia con un dios que “no está ahí cuando lo necesito”. En cambio, los libros “me mostraban lo insoportable de la vida. Quiero que la literatura me duela y me fascine”.

Herta Müller expresó que la literatura exalta y tranquiliza. Recordó que durante la dictadura en Rumania, se preguntaba si tenía derecho a leer, aunque la situación era horrible, pero ahora con la distancia piensa que tal vez esos libros la salvaron de la tristeza, del abandono o del suicidio.

La literatura ha sido una brújula para ambos autores que ayer compartieron sus ideas con los lectores y recordaron a Jorge Semprún (España, 1923-Francia 2011) como un hombre de acción. “Sus libros describen un amor por la vida y confianza para crear sociedades mejores”, expresó Mario Vargas Llosa.  

EL DATO
Larga espera, a las 11:00 horas ya estaban ocupadas todas las sillas. a las 12 el auditorio juan rulfo estaba repleto.