Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Cultura | Por Martín Almádez

La lectura que nos espera

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Por: EL INFORMADOR

En el mundo de los poetas existen aquellos que cantan la belleza del mundo porque los embriaga su perfección; hay otros que todo lo ven perfectible y su verso es propuesta de cambio constante; y existen también los entregados al lamento como filosofía de su trágica vida.

Entre las personas, como entre los poetas, el respeto al verso ajeno es la paz.

Y es que el canto que es la voz bien puede sorprender en una de sus tres dimensiones ya mencionadas, como en los siguientes versos que tratan de ejemplificar lo dicho:

“Vida / ten piedad de nuestra inmensa dicha. / De este amor cuya órbita concilia / la estatuaria fugaz de día y noche. / Este amor cuyos juegos son desnudo / espejo reflector de aguas intactas”. (Carlos Pellicer)

“Si está herido de rosas un jardín, los gorriones / le romperán con vidrio sonoros corazones / de gorriones de vidrio, y el rosal más herido / deshojará una rosa allá por los rincones, / donde los nomeolvides en silencio han sufrido”. (Carlos Pellicer)

“A los amantes de las bellas letras
Hago llegar mis mejores deseos
Voy a cambiar de nombre a algunas cosas.
Mi posición es ésta:
El poeta no cumple su palabra
Si no cambia los nombres de las cosas.
¿ Con qué razón el sol
Ha de seguir llamándose sol ?
¡Pido que se llame Micifuz
El de las botas de cuarenta leguas!”. (Nicanor Parra)

“Todo poeta que se estime a sí mismo
Debe tener su propio diccionario
Y antes que se me olvide
Al propio dios hay que cambiarle nombre
Que cada cual lo llame como quiera:
Es este un problema personal”. (Nicanor Parra)

No lo sabemos bien, pero de pronto llega / un incesante aviso, / una escapada espada de la boca de Dios / que cae y cae y cae lentamente / y he aquí que temblamos de miedo, / que nos ahoga el llanto contenido, / que nos aprieta la garganta el miedo. / Nos echamos a andar y no paramos / de andar jamás, después de medianoche, / en ese pasillo del sanatorio silencioso / donde hay una enfermera despierta de ángel. / Esperar que murieras era morir despacio, / estar goteando del tubo de la muerte, / morir poco, a pedazos. (Jaime Sabines)

Tres opciones para aventurarse en la lectura que nos espera.

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