La invención, una manera de luchar contra la brutalidad y el olvido

GUADALAJARA, JALISCO (29/NOV/2011).- ''El abuelo Slavko me medía la cabeza con la cuerda de tender de la abuela, me estaba haciendo un sombrero de mago, un sombrero picudo de cartulina, y me dijo: en realidad, yo todavía soy demasiado joven para estas tonterías y tú, demasiado viejo''. Así es como inicia una historia sobre la política, la guerra y la capacidad de invención.

Aleksandar, un niño que vive en la pequeña ciudad bosnia de Visegrado, es el protagonista de la historia, un personaje que posee una desbordante capacidad imaginativa y una varita mágica de madera tallada por su abuelo Slavko, sus dos únicos elementos para dar un cambio en el curso de los acontecimientos dentro de la historia.
El abuelo Slavko que era ‘'comunista de hueso colorado, izquierdista y que sólo tenía a Marx en la cabeza muere en la primer página del libro, pero impregna a su nieto de alguna manera el comunismo'' menciona Sasa Stanisic autor de la obra ''Cómo el soldado repara el gramófono'' en la presentación de su libro dentro del marco de la Feria Internacional del Libro en Guadalajara 2011.

Aleksandar ''cambió por completo mi vida'', dice el autor de 33 años de edad y platica que no se parece en nada a él ni en las orejas, ''yo tengo orejas pequeñas y Aleksandar tiene las orejas muy grandotas, pero posiblemente es el niño que yo hubiera querido ser a su edad, es más valiente, es mucho más creativo como niño, a pesar de todo lo que ha sucedido a su alrededor, no importa lo malo, no importa lo violento, no importa los asesinatos, él sigue siendo valiente''.
El don de la invención es el tema en el que gira la historia del libro. ''Yo dudaba de la magia, pero no dudaba de mi abuelo. El don más precioso es el de la invención; la mayor riqueza, la de la fantasía’, cuenta un fragmento de la historia del escritor Sasa Stanisic nacido en la extinta Yugoslavia, en Visegredo, ciudad que ahora pertenece a Bosnia-Herzegovina.

''A través de Aleksandar encontré una lengua, logré platicar historias que me habían acompañado toda la vida, de la guerra, de las pérdidas durante mi niñez, de las historias de huir. Aleksandar es mi amigo y cuando yo no sé que decir, él lo dice’ agrega el autor''.

EL INFORMADOR/ VIRIDIANA FLORES