La ficción que hace verdad Jorge Edwards

GUADALAJARA, JALISCO (26/NOV/2012).- Jorge Edwards recuerda el momento en que quiso ser escritor con la misma fuerza con la que sigue firmando libros. "Yo salí de una familia de orden social donde no se pretendía ser escritor, sino abogado, médico. Yo tenía un tío que escribía y siempre estaba escondido o desaparecido. En la casa de mi abuelo, cuando se hablaba de Joaquín (Edwards Bello) siempre se le llamaba por su nombre completo "el inútil de Joaquín".

Esta tarde, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) se llevó a cabo la charla "Entre la novela y la casi novela. Una conversación entre Jorge Edwards y Christopher Domínguez" donde el escritor chileno hizo un breve repaso por la génesis de sus novelas, que lo han llevado a obtener los Premios Cervantes en 1999 y el Nacional de Literatura en 1994.

"Cuando entré a la literatura me llevaban a los tugurios... a ese tipo de lugares con un adjetivo, lugares catres, llenos de humo", relata Edwards, quien tiene la mirada fija en un auditorio variopinto: estudiantes que van por obligación y personas que llevan en los recuerdos las líneas de los libros de este chileno, que se ha caracterizado por escribir con el rigor de un historiador pero con los trazos de un cuentista.

Por eso Jorge toma la palabra y no se la suelta a Christopher, porque ve a sus contemporáneos en las mesas, esperando a que él les platique de la historia que ha vivido como escritor, como político, como embajador o como comisionado de Salvador Allende para arreglar las diferencias que tuvo Chile con Cuba, antes del golpe de Estado en la casa de la Moneda.

Jorge se llena la boca de recuerdos, la memoria florece: "Una ocasión escribí sobre los círculos morados pero la gente se preguntaba por qué esos nombres --Jorge se sonríe-- era porque bebíamos vinos baratos y nos dejaba un círculo delator en los labios, en él era un mundo marginal, algo extravagante y hasta peligroso".

De esos mundos, donde la verdad parece ficción, nació su primera novela, El peso de la Noche.  Pero sus experiencias como embajador de Cuba, en Persona Non Grata, fue lo que ocasionó que la crítica lo llamara paranoico.

"Cuando lo publiqué se decía que yo era paranoico, pero en verdad no lo era. Simplemente vivía en un ambiente donde todo es misterio, donde todo es sospecha".

Tan es así que en una ocasión, el embajador de Yugoslavia lo visitó en su cuarto y éste, conocedor del espionaje, le dijo que en su cuarto había micrófonos ocultos. "Cuando llegaban mis amigos literatos, a Fidel Castro nunca lo llamaban por su nombre, nada más se agarraban así", y se frotó la barbilla y concluyó: "No hay delirio de persecución ahí donde la persecución es delirio".

Perfil
El escritor casi novela
Nació en Santiago en 1931. Es abogado por la Universidad de Chile y tiene estudios de posgrado en la Universidad de Princeton, Estados Unidos. En 1957 ingresó al servicio diplomático chileno, labor que abandonó en 1973 tras el golpe militar. Entre 1970 y 1971 el presidente Salvador Allende (1970-1973) lo nombró encargado de Negocios de Chile en Cuba, en el marco de la restitución de relaciones diplomáticas con la isla. Allí apoyó a los intelectuales disidentes del régimen castrista, experiencia que sería narrada en Persona non grata, libro que provocó gran rechazo de algunos intelectuales latinoamericanos.

Cronista, cuentista, ensayista y novelista de dilatada trayectoria, Edwards ha conseguido varios premios, entre los que destaca el Premio Nacional de Literatura en 1994, mientras que en 1999 el Gobierno español le concedió el Premio Miguel de Cervantes. Es miembro de la Academia Chilena de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española. Actualmente se desempeña como embajador de Chile en Francia.

EL INFORMADOR / OMAR GARCÍA