Lunes, 04 de Noviembre 2024
Cultura | El cartón de la lucha de 1910

La caricatura, una visión aguda sobre la Revolución

Dibujantes encuentran en la gráfica un terreno donde casi todo podía ser dicho, aunque sufrirían persecución y censura

Por: EL INFORMADOR

El género periodístico de opinión es una forma de expresión y en los primeros años del siglo XX tuvo gran auge.J.LÓPEZ  /

El género periodístico de opinión es una forma de expresión y en los primeros años del siglo XX tuvo gran auge.J.LÓPEZ /

GUADALAJARA, JALISCO (10/OCT/2010).- La caricatura en la época de la Revolución Mexicana se utilizó como una manera de atestiguar el devenir de los hechos, ya fuera defendiendo o criticando determinadas posturas gubernamentales o incluso de los caudillos, y ahora forma parte del rompecabezas de cientos de documentos históricos sobre el movimiento armado de 1910.

“El caricaturista se diferencia del pintor por sólo un aspecto tan decisivo y mordaz que es la opinión. El caricaturista no es sólo un espectador que registra los hechos; por estar más involucrado en el periodismo tiene la agudeza para verter una crítica sobre alguna situación, como es el caso de los personajes clave de la Revolución Mexicana”, externa Agustín Sánchez, académico del Centro Universitario de la Cienega (CUCiénega) de la Universidad de Guadalajara.

El género periodístico de opinión es una forma de expresión y en los primeros años del siglo XX tuvo gran auge, ya que fue una manera de criticar al Gobierno y de manifestar su posición política.

Sarcasmo, ironía, humor y crítica son algunos de los ingredientes esenciales de la caricatura política, que elaboraron algunas revistas como El Ahuizote, creada por Porfirio Díaz antes de convertirse en Presidente de México;  La Guacamaya, en la que colaboraba José Guadalupe Posada y Eugenio Olvera y que fue un semanario político-obrerista, como otras publicaciones revolucionarias que denunciaban las arbitrariedades cometidas por la clase burguesa; y El Hijo del Ahuizote, que se deriva de El Ahuizote, sólo que en su segundo aire fue fundada por Daniel Cabrera y Manuel Pérez Bibinns y Juan Sarabia. Después sería retomada por los hermanos Flores Magón, Ricardo y Enrique, quienes invitaron a colaborar a José Guadalupe Posada.

“La Guacamaya adoptó posturas diferentes respecto a la situación política del país y a los protagonistas del proceso revolucionario. Sus críticas se vertieron igual contra Porfirio Díaz que contra Francisco I. Madero o los zapatistas”, señala Agustín Sánchez.

Aunque existieron aspectos positivos durante la administración de Porfirio Díaz, el final de su gobierno fue “desastroso”, por lo que los editores de la publicación semanal no dudaron en presionar por la renuncia del presidente.

“El pueblo no pelea por simpatía a un gobierno sino por descontento; México requiere nuevos cerebros que emanen nuevas ideas, necesita nuevos hombres que le garanticen un estricto cumplimiento de las leyes y respeto a sus derechos, que alejen de la administración tanta y tanta nulidad que además de entorpecer la buena marcha política, sangran el erario con sueldos que, francamente no devengan”, se lee en la editorial de uno de los números de 1910 de La Guacamaya.

“Los constitucionalistas también tuvieron participación en la realización de caricatura, que como medio tuvieron La Vanguardia, dirigida por Gerardo Murillo ‘Dr. Atl’, ilustrada por Miguel Ángel Fernández y Romano Guillemín, y con inserciones de José Clemente Orozco. Otra revista carrancista La Cucaracha yhasta el Congreso Constituyente de Querétaro creó su propio periódico ilustrado: El Zancudo, dirigido por algunos diputados e ilustrado por Salvador Pineda”, señala el investigador universitario sobre las publicaciones satíricas que ridiculizaban a personajes que se sublevaban contra el poder.

Tolerancia y represión

A través de la historia, el periodismo mexicano ha jugado un papel clave en varios acontecimientos políticos como  la Independencia y la Revolución Mexicana, así como en todos los periodos presidenciales, donde se han experimentado diferentes grados de tolerancia contra el dibujante político, mezclado con otros grados de represión y soborno.

“Por ejemplo, durante el gobierno de presidentes como Benito Juárez o Miguel Lerdo de Tejada, la tolerancia hacia caricaturistas políticos y periodistas se mantuvo, pero más tarde durante la dictadura porfirista, la represión fue llevada a extremos. Varios periódicos fueron cerrados o multados con cantidades estratosféricas, mientras que los dibujantes y periodistas fueron llevados a prisión por atentar contra el gobierno”, expresa Sánchez.
Existieron periodos en los que se intercaló la tolerancia con la represión que se extendieron hasta entrados los años treinta, con la formación del Partido Revolucionario Institucional, que extableció una intensa campaña de represión, agrega el investigador.

Además de críticos sociales, el caricaturista ha enfocado su objetivo en personalidades políticas como presidentes  u otros líderes. “Por ejemplo, durante la Revolución, primero se enfocaron en contra de Porfirio Díaz, y enseguida con Francisco I. Madero, quien fue protagonista de diferentes cartones editoriales de periódicos como Technicolor y El Sarape de Madero. Pero estos diarios, también criticaron a líderes como Emiliano Zapata e incluso a personalidades militares como Victoriano Huerta”.

Cartonistas de época

Algunos de los cartonistas más reconocidos de la época de la Revolución Mexicana son:
García Cabral
Atenedoro Pérez y Soto
Canta
Álvaro y Salvador Pruneda
Jesús Acosta Cabrera
Guerrero Edwards
Cadena M. Inclán
“El Chamaco” Miguel Covarrubias
Santiago R. de la Vega
Clemente Islas Allende

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