Cultura | Ha sido realizador de música para cortometrajes y largos documentales Kenji Kishi: compositor postmoderno Es compositor, intérprete, gestor cultural y periodista en formación Por: EL INFORMADOR 20 de marzo de 2012 - 03:37 hs “Creo que tiene que cambiar el paradigma de los artistas de buscar todo de papá gobierno , asegura Kenji Kishi. / GUADALAJARA, JALISCO (20/MAR/2012).- Kenji Kishi Leopo (Guadalajara 1986) es compositor, intérprete, gestor cultural y periodista en formación. Es fundador y miembro activo del Ensamble Esquizoide, agrupación con la que obtuvo una beca del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes en 2009 para grabar un disco de música contemporánea mexicana. Ha sido contrabajista en la Orquesta Sinfónica Juvenil de Guadalajara, la Orquesta Juvenil de Jalisco, la Orquesta de Cámara de la Universidad Autónoma de Guadalajara y la Orquesta Ad Libitum. Además de piezas para orquesta de cámara, Kishi ha compuesto la música original de decenas de cortometrajes y largos documentales, entre ellos El Último Bolero, de Raúl López, presentado en el 27 Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Compuso también la música para las ceremonias de inauguración y clausura de los Juegos Panamericanos celebrados en la ciudad. Es co-organizador del Ciclo de Música de Cámara Joven, que en su segunda edición en 2011 recibió la beca del Programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico de CONACULTA. Coordina también el grupo de compositores jaliscienses Gruppetto Charro. Tiene el grado de profesional medio de música por la Universidad de Guadalajara y actualmente estudia Comunicación Pública en la misma institución. Como periodista cultural colabora en los medios Foto Jalisco y Axópolis. Llamado a la música “Como casi todos los músicos empecé con la guitarra a los ocho años. De adolescente estuve en bandas de rock con mi hermano y amigos: tocábamos muy feo, pero nos divertíamos mucho. Saliendo de la prepa tuve un año sabático y mi idea era estudiar cine en otro país; de hecho ya había hecho gestiones para Inglaterra. Pero luego empecé a conocer el jazz y dije ‘esto es lo mío’. Dicen que el instrumento te escoge, y para mí el contrabajo fue un gran descubrimiento. Me metí a la escuela de música de la Universidad de Guadalajara, a lo que era entonces el profesional medio (que ahora se llama técnico). A parte estudié un diplomado en ingeniería de sonido también aquí en Guadalajara. Mi idea de meterme a la escuela siempre fue la de hacerme compositor. Y es como ahora me presento, como compositor y como intérprete. Y honestamente no me gustó la escuela de composición aquí en Guadalajara. Es una escuela muy tradicional y clásica, que sí sigue paso tras paso, pero se vuelve muy pesado. A parte de dos años de estudiar contrapunto, que son las composiciones del siglo XVI, luego llevas fuga. Todos terminan medio locos, porque es complicado y es lo mismo. Entonces me decidí seguir la composición más autodidacta, con libros y cursos con compositores, porque mi onda también era una búsqueda de nuevas formas expresivas dentro de la música clásica Porque es muy curioso que cuando uno piensa en música clásica piense en Mozart, Beethoven y Bach. Alguien a lo mejor te dice Debussy. Pero dices ¿qué pasó después? ¿Qué pasó en la segunda mitad del siglo XX y qué está pasando ahorita? Y la academia de aquí de Guadalajara se queda a la mitad del siglo XX. Llega al impresionismo y de ahí es como si ya no se hubiera hecho nada. Entonces se pierden todas estas nuevas formas musicales; los nuevos discursos que considero que son más coherentes con nuestra realidad actual. Música de la postmodernidad Con el ensamble Esquizoide hemos trabajado para dar a conocer esta música. Es una cuestión de difundir la música del siglo XX pero también es una búsqueda de nuevos lenguajes. Y es raro, pero es algo que casi no existe en Guadalajara. Más que música contemporánea yo prefiero pensarla como música postmoderna, porque filosóficamente la postmodernidad es un periodo donde hay un multidiscurso. Y en la música se traduce en tomar los elementos culturales que te sirvan: desde elementos regionales y de la música clásica, hasta elementos del rock y del jazz. Hay una experimentación y una nueva expresión. Ya no hay una academia que busque una armonía o una forma como tal, que son muy buenas como herramientas, pero en este lenguaje se busca que haya un predominio de la cualidad del sonido. Tratar de que no sólo entre a pautas y notas, porque las notas finalmente son un sistema de trece sonidos ordenados –tonos y medios tonos— y esto es algo que va más allá. Es una ampliación del lenguaje musical. Para dar un ejemplo: cuando compuse una pieza del disco me basé en escalas de la música tradicional de la India, pero utilizando un sistema occidental, porque es el lenguaje que conozco. Al final no fue ni uno ni otro, sino una cohesión. Y tampoco es música del mundo porque no utilizo tablas ni cítaras, sino un quinteto de cuerdas y un clarinete. El espectador Podría creerse que el espectador de este tipo de música tiene que ser más intelectual, pero yo creo que no. Al contrario. Nos sorprendemos de que regularmente se comprende más este lenguaje de una manera visceral. Y se comprende porque se conoce el rock, que se dirige más hacia los sentidos. Muchas veces la gente se puede sentir incluso más identificada con la música contemporánea que con una sinfonía. Por ejemplo, uno escucha una danza para reyes que escribió Mozart por encargo y dices: ‘está muy bonito, pero no me contextualiza’. En cambio puedes escuchar autores como Pedro Barbosa, con una dinámica y una rítmica muy parecida al rock, que toma elementos del clásico pero de repente es muy estridente. Incluso el mismo Silvestre Revueltas, que no es contemporáneo pero es siglo XX, y ya utiliza elementos de la música mexicana. Y te prendes porque dices ‘esto es música de feria, es algo que conozco’. Creo que el público se ha subestimado mucho. Se piensa que no va a entender porque es música contemporánea, pero no. Son expresiones que entiende porque ya está educado con rock, con banda, con música popular y hasta electrónica, que utiliza muchos ruidos y efectos. Creación de públicos Definitivamente es una escena que tiene que seguir adelante, tiene que llegar a estar en ebullición. Nosotros hemos tratado de trabajarla desde la formación de los públicos, que es lo importante, y fue lo que se hizo en el ciclo de música de cámara joven. El ciclo primero surgió como una búsqueda de espacios para nosotros mismos, porque queríamos ampliarnos a más lugares y decir ‘hey, aquí estamos; hay músicos jóvenes a los que también les interesa hacer música de cámara’. Se realizó y tuvo una muy buena respuesta el primer año, entonces decidimos darle continuidad, para que no fuera una llamarada de petate. Ahora estamos en gestión del tercer ciclo. En la segunda edición tuvimos una beca. Ahora no, pero vamos a ver cómo lo sacamos. Lo vamos a hacer, así tengamos que poner de nuestra bolsa o buscar recursos con la iniciativa privada. Creo que tiene que cambiar el paradigma de los artistas de buscar todo de papá gobierno. Lo que el gobierno tiene que hacer es apoyar con los espacios, porque finalmente ellos poseen la mayoría, y también en la formación de públicos. Pero no podemos estar en la inmovilidad de decir ‘si el gobierno no me suelta lana no voy a hacer nada’. Tenemos que ser autocríticos respecto a eso. Hueseo y proyectos alternos Estoy seguro que se puede vivir de músico porque somos, de entre los artistas, los que la tenemos más fácil para ofrecer nuestro producto y que la gente lo tome. Si tengo hambre y no tengo dinero, me subo a un camión y toco la guitarra. Y lo hice mientras estuve en la escuela de música y me tuve que pagar el diplomado. Como todo buen músico, hago hueseo. Tengo un grupo que toca boleros en eventos privados. De músico yo sé que sí puedo vivir, aunque no de la música contemporánea. No porque sea derrotista, sino porque tengo que cambiar un montón de cosas. Tendría que generar una industria y eso es dificilísimo. Claro que voy a poner mi granito de arena para tratar de generar públicos, pero es un proceso lento. También estudio actualmente Comunicación Pública, porque creo que necesitas una licenciatura para muchos trabajos y porque me gusta mucho la parte teórica que los músicos olvidamos. Y a parte vengo de una formación muy literaria y mi mamá es periodista. Yo creo que la sangre llama. Es interesante y hay una vinculación de la carrera de Comunicación con el periodismo y la producción audiovisual. Y la composición para cine ha sido una fuente de trabajo muy importante para mí y me encanta hacerlo. He colaborado en varias ocasiones con mi hermano que es cineasta y con otros directores. Música y expectación El proceso de composición para cine va de acuerdo al director, depende del diálogo que establezcas con él. He hecho desde reggaetones hasta cuartetos de cuerda. Casi todo lo toco y lo grabo yo. Toco contrabajo, bajo eléctrico, guitarra, piano y le echo a la cantada también. Todo se basa en un discurso, inclusive la falta de un discurso. En un taller que hacemos todos los viernes en el CEDART trabajamos mucho eso. Llega alguien y dice ‘quiero componer algo para cuarteto de cuerdas’. Ok, pero tienes que saber qué quieres decir, porque esa es tu guía de dónde empiezas y dónde terminas. Y puedes hablar de lo que sea con la música. Por ejemplo, quiero hablar de la contaminación de la ciudad, entonces tienes que pensar cómo es esa abstracción, qué te genera. ¿Y cómo vas a plasmarlo? Pues con herramientas: tienes que saber de timbres, de armonía, de contrapunto, de efectos psicológicos. Porque toda la música tiene un efecto, son relaciones de expectativas. Cuando escuchas una melodía, uno espera que vaya hacia algún lado, y cuando va para allá te sientes satisfecho. Cuando no, puede haber sorpresa o decepción. Y otras veces tu discurso puede ser meramente musical. Hablas de las relaciones entre sonidos. Como decía Mozart: la música es la relación o el diálogo entre dos notas que se aman. El proceso de composición es algo que da para escribir 10 libros, y cada quien debe ir tomando lo suyo.” FRASES"Más que música contemporánea yo prefiero pensarla como música postmoderna, porque filosóficamente la postmodernidad es un periodo donde hay un multidiscurso " "Cuando escuchas una melodía, uno espera que vaya hacia algún lado, y cuando va para allá te sientes satisfecho. Cuando no, puede haber sorpresa o decepción "Kenji Kishi, músico Temas Música Clásica Cultura: nuevas voces Lee También El Nido invita a la función de "Inhala" en el Foro de Arte y Cultura Sheinbaum propone concurso nacional de corridos, ¿para prohibirlos? Simi Fest se viraliza en redes sociales, esta es la razón Daniela Liebman: “Hoy trato de escucharme a mí misma” Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones