Joël Dicker y el misterio de hacer hablar a sus personajes

GUADALAJARA, JALISCO (03/DIC/2013).- Es un joven suizo con el francés como lengua nativa y que escribe una historia de misterio desenvuelta en Estados Unidos.

En "La verdad sobre el caso Harry Quebert" la incógnita que mantiene a los lectores con el libro abierto es saber quién mató a Nola Kellergan, lo intenta investigar el joven escritor Marcus Goldman, luego de que el cadáver se encontrara en el jardín de su mentor, Harry Quebert, en la pequeña ciudad de Aurora, en New Hampshire.

Marcus, Harry y los personajes son creaciones de Dicker que se desenvuelven en una rutina estadounidense, pero la percepción y construcción de ideas del autor son en su lengua materna, el proceso de trasladarlos a un idioma distinto al suyo es una mezcla de ideas.

A la pregunta de cómo hacer hablar a sus personajes una lengua distinta a la suya, el autor explica que implica una necesaria combinación: claro que la construcción de sus ideas tiene más terreno el idioma francés, pero también conoce muy bien el inglés y no fue difícil recrear sus historias en ese contexto. Claro, también, que necesitó de modismos del lugar para reconstruir una atmósfera más fiel y que al lector atrapara más.

Tampoco fue difícil construir una trama en una nación que está al otro lado del océano porque es un país en el que siente desenvolverse con confianza, de hecho, escribió la historia mientras estuvo ahí. "Conozco Estados Unidos desde adentro".

El misterio, la resolución de crímenes, la investigación. Esas líneas de búsqueda de soluciones que toma su historia tienen más que ver con la curiosidad que todo humano lleva a cuestas, que con su vocación de abogado, explica el escritor suizo.

-¿Será que la curiosidad que todos padecemos es el secreto del éxito de este libro?- Y Joël Dicker inmediatamente suelta un "no". El escritor de 28 años todavía no encuentra argumento para explicar por qué este título se han vendido miles de ejemplares, 25 mil en México, y se ha traducido a 33 idiomas.

Un escritor exitoso y joven. ¿Cuánta responsabilidad hay en ello? Nada más y nada menos que la credibilidad. Lo admiran por sus creaciones sin siquiera haber cumplido los 30 años, pero en esa fascinación está el riesgo también de que le perdonen errores "por estar joven", y de que tarde que temprano la juventud termina.

Le tomó dos años escribir esta historia de más de 700 páginas. Se partía entre un un trabajo de medio tiempo y la escritura, pero siempre ésta última fue su prioridad. Ese gusto lo persigue desde niño, cuando sus papás le rogaban que se fuera a la cama y dejara de hurgar entre libros. Después se encargó de la Gaceta de los Animales en su escuela, tenía 10 años cuando emprendió su primer proyecto editorial.

Hay quienes han leído su libro de más de 700 páginas en cinco días. Él nunca calculó la dimensión, ni el misterio, ni los personajes que iban a llegar. No hubo un plan. Comenzó a escribir y de pronto ya tenía centenares de páginas en un solo capítulo, luego le hizo unos ajustes: "El lector necesita respirar".

-¿Aspectos positivos y negativos de la FIL?

De positivo rescato la emoción de los asistentes, es algo que se comparte, la buena energía se transmite. De negativo, que la FIL se queda aquí y no la exportan, sería en encantador tener una FIL de éstas en Europa.

-¿Cómo vives la FIL?

Estoy sorprendido por la atmósfera calurosa y de emoción que se vive aquí y por ver la exaltación de tantas y tantas personas que vienen.

-¿Hay un libro que recomiendes que esté aquí en la FIL?

Cien años de soledad de Gabriel García Márquez es un libro que me encantó. Yo lo leí en francés.

-¿Qué es ser escritor?

Significa que puedes tomar revancha de la vida.

EL INFORMADOR/ ALEJANDRA PEDROZA