Itinerario

GUADALAJARA, JALISCO (09/MAY/2011).- La violencia llama las calles.
Envueltos y juntos se vuelcan los Más.
Los Más no quieren perder sus espacios queridos. Lo suyo de siempre.
Piensan que de arrebatarles las calles entonces todo estaría perdido.
Les harta la violencia que los llama, la impunidad que los habita, la corrupción que los asfixia, la incapacidad del gobierno para hacerlos seguros y vivos.
Salen a las calles para demostrar que no les aterra gritar su miedo.
Se miran entre ellos y se saben Más que los Otros, aunque no sepan quiénes son los Otros.
Caminan rectos como les gustaría vivir siempre, de blanco como buscan que sea la ciudad donde nacieron, con globos altos muy altos como su esperanza.
Se reúnen en fila, luego en círculo y aplauden.
Los Más cantan, se abrazan, piden ser escuchados, se quedan de pie y entonan “La llorona” que tanto los doblega y les recuerda lo que son.
En la plaza los Más son Uno.
Se reconocen en una voz y en un solo cuerpo.
Son una queja y un mazo.
Quieren reacción, atención, compromiso.
Nadie responde, Nadie son los Otros, que nunca están, que siempre huyen, que no son lo que un día dijeron ser.
Los Más se van uno a uno, sin voluntad, sin casi darse cuenta ya no están en la plaza.
Vuelven a ser pequeños y sin fuerza. Inexistentes.
Su voz y su cuerpo de unidad fueron una ilusión, un festín de la rabia momentánea.
Una forma de aullar el límite.
Los Otros contaron a los Más como números, como riesgo de amenaza menor. Y callaron. Nunca estuvieron.
¿Quiénes son los Otros?
Se preguntan los Más.