Itinerario

GUADALAJARA, JALISCO (28/MAR/2011).- ¿Cómo resolver las necesidades cuando se carece de presupuesto? Esta es una cuestión cotidiana particularmente en la administración pública, donde las demandas rebasan por mucho a la disponibilidad de recursos.

Si la cuestión es formulada en el sector cultural, la situación se hace más aguda, porque en la visión de los gobiernos, la cultura no ha pasado de ser área del entretenimiento. Y bajo esa percepción, ¿qué concepto se guarda de los artistas? Quizá la de “entretenedores”.

Con este panorama una de las tareas inmediatas de la sociedad, encabezada por los artistas, es definir, dentro de la jerarquía de las políticas públicas, la importancia que los creadores tienen respecto de su labor en el desarrollo de la comunidad.

Sin embargo, no tengo la menor duda de que ante esta demanda o solicitud, las autoridades faciliten al creador la apertura en su campo de acción y el apoyo requerido en cuanto a infraestructura para la libre y plural expresión de su trabajo, con lo cual se podrá demostrar que la actividad cultural funge en la comunidad como un amortiguador de la violencia y factor de enriquecimiento social, con lo que la visión de cultura por parte de los gobiernos puede cambiar de forma tajante, a partir de los resultados inéditos que se registren en favor de una mejor ciudad y Estado.

El reto más bien lo observo en conseguir que los gobernantes conciban al artista como un ente en el que se debe invertir en su protección, bajo el esquema de una prestación social.

Las razones de esta imposibilidad pueden ser dos: a) que el primer paso está basado en conseguir una digna inversión financiera en las políticas culturales, donde la meta está tasada en el 1% del presupuesto total de cada Gobierno, lo cual representa un incremento del 100% de lo que hoy se contempla; y b) que los artistas por su naturaleza de libre pensamiento y creatividad al recibir un beneficio personal gubernamental coarta –se acepte explícitamente o no- su independencia artística.

La necesidad de reivindicar la importancia del artista debe ser irrenunciable, por lo que la solución para su protección social, en la que la participación de las autoridades es fundamental, puede ser compartida con base en las mismas leyes existentes, con la iniciativa privada, sector que, estoy seguro, vería en esta propuesta, un campo de presencia y crecimiento empresarial atractivo, con un alto beneficio de forma directa a toda la comunidad cultural en cuanto a una urgente solución a su demanda de resguardar de forma integral su seguridad y salud.