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Las estrategias del poder suelen ser predecibles. ARCHIVO  /

Las estrategias del poder suelen ser predecibles. ARCHIVO /

GUADALAJARA, JALISCO (13/DIC/2010).- Las estrategias del poder suelen ser predecibles, no tanto por su transparencia sino por la tradición de su práctica, cuyos resultados, convencen tanto a las cúpulas civiles como a las religiosas, tan cercanas unas de las otras, que llegan a confundirse.

De pronto se podría pensar que lo que hoy sucede en Jalisco respecto al binomio cupular no guarda capítulo en la historia reciente ni añeja; sin embargo, el pasado no ha dejado de ser terreno del asombro.

Así lo testimonia el investigador y cronista de Atemajac de Brizuela, Carlos Martín Boyzo Nolasco, con su reciente publicación intitulada La insurgencia en la antigua Atemajac de las Tablas.

El autor se sumerge en expedientes coloniales con el apoyo del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara y de la Biblioteca Pública del Estado “Juan José Arreola”, para ofrecer al lector, un trabajo breve, sustancioso y revelador de las prácticas del poder civil y eclesiástico, en ese pueblo de madera que es Atemajac de Brizuela, durante el periodo de la Independencia nacional.

Los hallazgos conquistan a conocedores y a neófitos: las riñas entre pobladores y curas, donde los primeros solicitan al poder clerical licencia para que se oficie misa en Juanacatlán, así como llevar a cabo bautizos y entierros; la respuesta dicta una revisión exhaustiva en mando del señor cura Ministro de los de Atemaxac, donde lo que preocupa al clero es preservar la “individualidad de clases y distinción”.

En 1708 para celebrar el embarazo de la Reina María Luisa de Soboya, la Audiencia de Guadalajara acordó festejar con una corrida de toros, para lo cual ordenó la construcción de la Plaza de Toros, con el corte de cuatro mil tablas, instrucción que recayó en los naturales de Tapalpa.

La venganza contra un adversario político de nombre Isidro Ojeda Montes de Oca, sumará las voluntades de los dos poderes para encontrarle en su haber moral “una ilícita relación con Bernarda Martínez, alias ‘La Margarita’, la que al tener un hijo de éste, sin tener el vínculo matrimonial, fue desterrada 25 leguas a la redonda de Sayula, sin poder regresar, so pena de ser enviada a la casa de recogidas en la ciudad de México o a la de Puebla”.

Fray Antonio Alcalde, obispo de Guadalajara en visita pastoral a los pueblos de su Diócesis, recibe informe de las cofradías de Tapalpa, resultado que no lo convence por lo que considera que “se ha advertido notable disminución y deterioro en el ganado”, por lo que ordena se averigüe e indague “el motivo de semejante pérdida, procediendo contra los que resulten culpados en los términos más oportunos que la prudencia les dicte”.

El obispo Cabañas recibe una solicitud de los naturales de San Bartolomé Atemaxac, en marzo de 1810, para que permanezca en el pueblo un sacerdote. Cabañas ordena una investigación sobre lo solicitado. Un mes después, el informe dicta cosas como: “Que para que se ponga Ministro o Ayuda parroquia en dicho Atemajac, carece el curato de proporciones para expensarlo (…) Que en lo particular son los frutos de Atemajac (…)  ciento ochenta y un pesos y dos reales, (…) veinte y nueve pesos y dos reales, aquellos producidos de setenta y cinco bautismos, doce matrimonios y dos misas cantadas (…) de once entierros de adultos y diez y siete de párvulos, probándose esto con no haber querido pagar (…) Que con este monto de frutos y mala práctica de pagos, no puede hacerse cargo el cura de un ministro más…”

Realidades de hace 200 años, tan cercanas, tan nuestras, tan conmemoradas.

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