Martes, 26 de Noviembre 2024
Cultura | Por: Martín Almádez

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Los gigantes

Por: EL INFORMADOR

El Tío fue quien impactó por su gran altura. A.GARCÍA  /

El Tío fue quien impactó por su gran altura. A.GARCÍA /

GUADALAJARA, JALISCO (30/NOV/2010).- Basta una canica en las calles para desquiciar la ciudad. Bastó un espectáculo callejero de títeres gigantes para hacer de Guadalajara un caos.

Con motivo de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, el Gobierno federal consideró que valía la pena gastar casi 80 millones de pesos por este llamado teatro urbano, puesto en escena durante una semana, lo que provocó un continuo desastre en las vías principales y secundarias del primer cuadro de Guadalajara.

Las críticas al programa de los gigantes ha sido severa desde la óptica de los automovilistas, comerciantes, público usuario del transporte público, académicos y críticos culturales. Y sin duda alguna tienen razón. Tanto cuando se aduce la falta de sentido histórico e idiosincrático como cuando se señala el desorden por la falta de planeación y despilfarro de presupuestos.

Sin embargo, bajo la lógica de evaluar el resultado de un programa como el que nos ocupa, que basa su objetivo en su capacidad de recepción, el programa es todo un éxito, si consideramos que las multitudes se congregaron a las calles, a las plazas, a las azoteas y edificios que permitieran contemplar el acontecimiento.

En las políticas públicas, como en la economía, los resultados deben ser el peso de su continuidad o cese. Y en este sentido, el fenómeno de los gigantes por las calles de Guadalajara, debe ser revalorado como un síntoma inequívoco de la necesidad del ciudadano por disfrutar de un programa cultural callejero que lo sorprenda, porque ante algo así, ya vimos que el tapatío se entrega, se encanta y participa de lo que se le ofrece.

Las políticas culturales que se circunscriben a los espacios cerrados y que mantienen precario nivel de asistencia, deberán cambiar su dirección y su intención. El público interesado existe. El espectáculo deberá buscarlo y no al revés, como todavía se cree.

Estoy seguro que si las dependencias de cultura de los municipios metropolitanos, así como las autoridades culturales del Estado cambian sus espacios cerrados por las calles y plazas, miles de ciudadanos agradecerán un espectáculo de teatro, cine, recitales, danza, concierto, exposiciones, conferencias. Y los gigantes del desastre vial estarían dejándonos una de las mejores lecciones, aunque de innovadora no tenga nada.

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