Itinerario

GUADALAJARA, JALISCO (18/OCT/2010).- La vida pública del país registra una transformación paulatina y atinada en las últimas dos décadas, con la implementación de consejos y organismos ciudadanos.

En ese contexto son valorados los institutos electorales, las comisiones de derechos humanos, las procuradurías sociales, los institutos de justicia alternativa, los consejos de cultura, los observatorios de seguridad, las autonomías universitarias y demás rubros en los que la participación ciudadana ha delineado la ruta de las políticas públicas.

Es el resultado de una visión por “ciudadanizar” la forma de gobierno, lo que a 20 años de distancia hace diferencia notoria, quizá más significativa en la relación entre autoridades y gobernados.

Ante los inminentes y legales cambios de autoridad siempre asoma la posibilidad de restar, delimitar o restringir terreno a la influencia conquistada por la sociedad y con ello, padecer un retroceso en el perfil de una comunidad progresista y democrática.

Las fuerzas sociales siguen siendo el único mecanismo por el que se puede convencer y en el que se puede avanzar hacia el cumplimiento de los objetivos trazados por toda una comunidad.

Hoy en día cobra mayor importancia defender y ampliar la participación del ciudadano en la toma de decisiones; hoy en día se demanda hacer valer la equidad ante grupos vulnerables; hoy en día es necesario exigir el derecho de las minorías a un trato igualitario; hoy en día es urgente defender el derecho de los universitarios a ser ellos mismos quienes decidan sobre sus universidades.

La intervención de un gobierno en la vida pública debe regirse desde las esferas de las mismas políticas públicas que implementa y no más; hacer lo contrario sólo propiciaría el incumplimiento a lo legalmente establecido y contra su obligación primaria, incitaría al descontento y a la frustración social.

Las esferas ganadas por la fuerza ciudadana son un patrimonio invaluable para nuestras mejoras como sociedad, y deben ser preservadas ante cualquier gobierno que pretenda su intervención, no importa si ese gobierno se dice ultraderechista, de izquierda, juarista o revolucionario.