Itinerario

GUADALAJARA, JALISCO (06/SEP/2010).- Pese al colapso que significaron la Revolución Mexicana y la Cristiada, Guadalajara nunca perdió su vigor comercial, perfil que le fue característico como ciudad moderna, y que consolidó al convertir su prosperidad agrícola y ganadera en materia prima para la industria.

La geografía estratégica, el clima, la cercanía de agua dulce y salada y su desarrollo comercial propiciaron en Guadalajara -en pleno periodo de industrialización nacional- una atmósfera de crecimiento notorio en sus servicios, infraestructura y arquitectura, lo que la llevó al surgimiento de la microindustria familiar donde destacaron la textil y la zapatera.

La urbanización y su demanda comercial, la inclinan paulatinamente a pasar de la industria a los servicios, entre los que predominan los educativos, médicos, financieros y comunicaciones terrestres. En los años más recientes Guadalajara ha explorado con éxito los servicios turísticos y de manera creciente los estéticos corporales.

El crecimiento de la ciudad y su composición tan diversa en los inicios de esta segunda década del presente siglo, hacen de ella un complejo multicultural, que dentro de la red de servicios que presta, se abre un horizonte amplio y prometedor, como son los servicios culturales, perfectamente vinculados al desarrollo social y económico locales, dada la demanda que registran en la zona conurbada de Guadalajara.

Los rubros del espectáculo, del entretenimiento, del restaurantero, por citar algunos, se vinculan de manera directa con las industrias y servicios culturales, que se concretan en la participación directa de ejecutantes, intérpretes, coreógrafos, bailarines, actores; así como en el mercado de libros, discos, artesanías, artes plásticas, películas, arte popular, entre muchos otros elementos que conforman un sistema de exploración mercadológica, en la que sólo la Universidad de Guadalajara (UdeG) ha incursionado con resultados financieros que la mantienen en el empeño y que la han llevado, parcialmente, a la construcción de infraestructura cultural, contribuyendo con ello, al fortalecimiento de la economía y a la oferta laboral; mientras, como testigos inmóviles el Estado junto con sus políticas públicas se ha mantenido al margen como los mismos empresarios, quienes, por timidez o incredulidad, se niegan a tomar el protagonismo que les corresponde en la exploración de los servicios culturales, tan estrechamente ligados hoy día, a los turísticos, y con tan atractivos incentivos que pueden ser perfectamente medidos y dimensionados en el Producto Interno Bruto (PIB), y con particular realidad, en los ingresos provenientes de ese rubro, en geografías como la Ciudad de México o Guanajuato, por citar ejemplos mayor y menor a Guadalajara, ciudad en la que su principal generador de ingreso está en la prestación de servicios.