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Cultura | Por: Martín Almádez

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Los papeles del artista

Por: EL INFORMADOR

La aportación de artistas fue de negociadores para mejorar las relaciones entre grupos y partidos. EFE  /

La aportación de artistas fue de negociadores para mejorar las relaciones entre grupos y partidos. EFE /

GUADALAJARA, JALISCO (26/JUL/2010).- Las sociedades artísticas han sido generadoras de cambio y desarrollo en la comunidad jalisciense. Así lo deja testimoniado el doctor Arturo Camacho, quien acaba de hacer pública su más reciente investigación, bajo el nombre de Los papeles del artista, auspiciada por El Colegio de Jalisco.

En este libro, que supera las 170 páginas, el estudioso aborda las distintas funciones que los hacedores tienen en la plaza pública, es decir, la relación del trabajo artístico con su compromiso ciudadano.

Camacho enfoca su análisis en demostrar lo relativo de la premisa de que la periferia es una reproducción del centro en términos artísticos, ya sean modismos, corrientes, escuelas, teorías o prácticas, y se adentra en el universo de cómo las periferias, en este caso el Occidente de México y particularmente Guadalajara, influyen en los centros, para el caso, la Ciudad de México.

El investigador de El Colegio de Jalisco indaga sobre la producción y los discursos de los artistas a partir de 1857 y hasta finales del siglo XIX. El objetivo es la identificación de sus aportaciones en el proceso de construcción de la República.

La aportación de los pintores, escultores y arquitectos de Jalisco en ese tiempo, más que responder a una escuela o centro cultural, se relaciona con la aplicación de un ideal estético con rumbo hacia la convicción de “hacer arte para construir una sociedad mejor”, recalca el autor.

Los papeles del artista en el siglo XIX bien podrían resumirse en el vocablo “conciliador”, porque de acuerdo a lo ofrecido por Camacho en su investigación, “la participación de los artistas en los procesos de cambio político y social fue de comedidos negociadores para mejorar las relaciones entre grupos y partidos”.

El investigador divide su acercamiento a la historia de la cultura local, en dos partes: la primera fase arranca con la construcción del Teatro Degollado, en 1856 y la celebración de la exposición municipal en 1878; periodo en el que la “Sociedad Jalisciense de Bellas Artes” será protagonista e incubadora de las ideas y participaciones fundamentales para la renovación de la comunidad tapatía.

La fase dos concluye, en 1898, con la edición de autor de la lista de pinturas, retratos y grabados de Agustín Rivera; por lo que el análisis de catálogos, ensayos, artículos y reseñas son el cuerpo de estudio para desentrañar la difusión y recepción de la obra de arte a partir de los discursos empleados; en esta fase la sociedad de “clases productoras” tomó la batuta de la discusión y participación, en lo que se perfilaría como el desarrollo del arte, en manos de gobiernos liberales.

En una tercera fase, Camacho revisa escritos de edificios destruidos en la Guerra de Reforma, libros de viaje y más bibliografía sobre arquitectura, así como la crítica de arte, para esclarecer las relaciones entre el discurso estético y la evolución del gusto y pensamiento artísticos.

Sin duda, Los papeles del artista, de Arturo Camacho, es una aportación indispensable para la historiografía jalisciense con un sensible hincapié en la importancia pública de la función del creador, en la sociedad de antes y -estoy convencido de ello- en la sociedad jalisciense de hoy.

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