Sábado, 21 de Septiembre 2024
Cultura | Segundo concierto de la OFJ

Gracias, Tchaikovsky

La popular Sinfonía número 5 del compositor ruso propició el lucimiento de la Orquesta Filarmónica de Jalisco

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA,JALISCO.- Se hizo efectiva la esperanza de que Tchaikovsky fuera el salvador por excelencia de la velada. A despecho de su calidad de “caballo de batalla” -la popularidad de una obra no necesariamente va en desdoro de su belleza-, su Sinfonía número 5 en Mi menor, Op. 64, dio pie a los mejores momentos de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) en su segundo programa de la primera temporada del año, la noche del viernes, en el Teatro Degollado.

Pese a su aparente desdén o su incapacidad para dar su justa dimensión a los pasajes pianos y, por contraste, su entusiasmo por los fortes, que en el primer movimiento ahogaron a cuerdas y maderas en una apoteosis excesiva de los metales llevaron a las trompetas, otra vez, a niveles de estridencia, Héctor Guzmán -director titular de la OFJ- consiguió una lectura nítida, expresiva, en el tempo justo, del consabido tema del segundo movimiento.

El solo de corno francés y los sucesivos dúos con clarinete y oboe fueron excelentes. Ni siquiera en las reexposiciones del célebre tema del destino, vigorosas, se perdió el equilibrio entre las secciones del ensamble. El tercer movimiento alcanzó casi la misma nota sobresaliente. Desmerecieron, en cambio, el primero y el cuarto por los ya señalados excesos de la batuta en la intensidad de los metales… y por la notoria piedra en el arroz: un “gallo” de la trompeta en plena coda final.


En la primera parte del programa se justificó la etiqueta (“México de mis amores”) de la temporada: tras el Himno Nacional -tocado por la orquesta y cantado por el público, que casi llenó la sala-, se estrenó el Homenaje a Rubén Fuentes, de Marcos Lifshitz (presente en la luneta), especie de popurrí, en arreglo sinfónico, de La Bikina, Anoche soñé contigo, Cien Años -con algún pasaje desvirtuado, al estilo danzón- y Qué bonita es mi tierra, como recalentado de las habituales incursiones de la OFJ en el Festival Internacional del Mariachi.

En la parte central, Silvia Navarrete interpretó el Concierto para piano y orquesta número 1, en Re bemol mayor, de Gonzalo Curiel. Su dominio de la obra -ejecutada de memoria- y su calidad como concertista quedaron de manifiesto, pese a que la orquesta, desorbitada, la aplastó en algunos pasajes del primer movimiento.

El conjunto de este concierto, por cierto, es mejor que los detalles. A lo largo de la obra se alternan dos cadenzas incipientes, demasiado breves, y se desgranan algunos bocetos de melodías, poco desarrollados, más propios del gran bolerista que fue Curiel, que de un músico de alta escuela.

Como “encore”, Silvia Navarrete obsequió una versión de Dolor, del mismo Curiel, acompañada de cuerdas y percusiones de la misma OFJ.

Jaime García Elías

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