García Márquez y la Cátedra Julio Cortázar

GUADALAJARA, JALISCO (17/ABR/2014).- A fines de diciembre de 1993, el escritor colombiano Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes decidieron destinar el monto de las becas que el gobierno mexicano les otorgó como "creadores eméritos", para fundar la Cátedra Latinoamericana "Julio Cortázar" en la la Universidad de Guadalajara (UdeG), para de ese modo rendir un homenaje a uno de los mayores escritores latinoamericanos del siglo XX quien, además, sostuvo con ambos una larga relación de amistad.

En palabras de Dulce María Zúñiga, directora de la cátedra, ambos escritores coincidían en que "había que reavivar la memoria" del argentino a poco más de una década de su fallecimiento; así, desde su fundación, García Márquez participó "muy activamente" –por decisión– dentro del comité técnico que definía el programa académico y se reúne anualmente.

Así, aunque se anuncia en 1993, la Cátedra Julio Cortázar fue inaugurada el 12 de octubre de 1994 en el Paraninfo Enrique Díaz de León de la UdeG, en un acto solemne que presidieron Fuentes y García Márquez, en compañía de Aurora Bernárdez, viuda del autor de Rayuela; cuatro meses después darían inicio las "actividades formales" con una lección inaugural a cargo del estadista colombiano y Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria.

Un gran compromiso

En este sentido, el ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982 no sólo estuvo, desde el principio, tomarno parte de las actividades de la cátedra sino que, además, "otorgó dos primicias al realizar lecturas de obra inédita, una de éstas fue un avance de El amor y otros demonios"; así´, esta relación "de cercanía" se mantuvo por años "hasta que enfermó", pero solicitó recibir siempre el informe financiero y el académico de la cátedra, refiere su directora.

Lo anterior, señala Zúñiga, da cuenta del "enorme grado de compromiso" del colombiano para con la cátedra, "incluso a veces acompañó a alguno de los ponentes –como fue el caso de Alma Guillermoprieto o Nadine Gordimer– y también estuvo presente (pronunció un discurso) en el coloquio 'Cortázar revisitado', que se organizó al cumplir 10 años la cátedra".

Asimismo, "abrir" un espacio de estudio y reflexión como esta cátedra revela –indica la directora– "que ha estado interesado en los jóvenes, y nunca se negó a que se acercaran a él para preguntar algo o firmar un libro; fue siempre muy abierto, amable y, cuando venía, era el autor más buscado, se llenaban los auditorios".

La ciudad y la generosidad

Por otra parte, destaca Zúñiga, Guadalajara "le encantaba" y siempre tuvo en ella "sus sitios preferidos. Por ejemplo, adoraba ir a comer al restaurante 'Sacromonte' y lamentaba que no hubiera uno semejante en la Ciudad de México; además, le gustaba la música, el ambiente taurino y, en especial, visitar Tequila. Es una persona sencilla y entrañable, como un gran amigo".

De esta forma, establece la directora, la Cátedra Julio Cortázar es un proyecto más que refleja "la generosidad" del colombiano, al igual que iniciativas como la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano ( FNPI), "porque no siendo formalmente un académico, siempre le interesó la formación académica de los jóvenes. Desde el comienzo, un compromiso para la cátedra fue que los cursos y conferencias fueran abiertos al público general y no sólo a universitarios, además de gratuitos".

Iniciativa de larga vida

En cuanto al sostenimiento de la cátedra, aclara Zúñiga, se continúa recibiendo la beca vitalicia de García Márquez y aunque, tras el fallecimiento del autor, han perdido la de Carlos Fuentes, "tenemos otro tipo de ingresos; además, las finanzas están sanas y se cuidan bastante para que no haya problemas en ese sentido. Es un proyecto tan importante que no se descarta que en el futuro se unan a él otras instituciones importantes como benefactores".

De acuerdo con la directora, la figura de García Márquez es la de un gran autor, "no sólo por haber escrito una obra magnífica, con una riqueza imaginativa sin igual, sino también por tener un corazón enorme, nunca se ha portado soberbio y siempre tiene una sonrisa para cualquiera, todo eso lo distinguía, aunque también era muy franco cuando disentía con alguien y no se guardaba nada".

Finalmente, indica Zúñiga, "para mí, haber tratado, conocido y acompañado a García Márquez ha sido uno de los mayores regalos que he recibido en la vida. Ahora, al frente de este proyecto, no encuentro cómo podemos agradecerle –a él y a Fuentes– esta iniciativa que significa una riqueza intelectual inagotable y se prepara para celebrar, en octubre próximo, sus primeros 20 años".​

EL INFORMADOR / RICARDO SOLÍS