Sábado, 30 de Noviembre 2024
Cultura | Por: Fernando Barrera

Fotografía para toreros

Torerías

Por: EL INFORMADOR

Así como hay imágenes que satisfacen al "villamelón" o al "entendido", podría considerarse la fotografía para toreros. En este tipo de imagen, que buscan afanosamente los toreros, se deja de lado el sentido meramente artístico e interpretativo, pues en ella, los profesionales del toreo se avocan a observar acuciosamente la técnica que entrenan a diario con el toro imaginario para ponerlo en práctica con el de verdad.

Este tipo de "público" se enfoca, principalmente, a observar defectos o virtudes en la técnica del toreo, en la forma en cómo ejecutan cada lance o pase, en qué tan cerca pasa el toro del cuerpo del diestro, si capotes o muletas van trompicados por las astas. Ven con severidad la postura, el garbo, detalles que pueden parecer intrascendentes para la mayoría como la misma ropa, si la espiga de la media está chueca o si el estaquillador de la muleta apunta hacia arriba o abajo.
Recuerdo que alguna vez un torero, al observar una foto que en lo personal era un inmejorable momento de un derechazo, dijo con rotundidad: "La foto es buena, pero no me gusta, tengo la mano izquierda muy tiesa; ésa ni la publiques". Cosas de toreros.

Este tipo de fotografía es quizá la más difícil de lograr, pues para ello, quien presiona el disparador de la cámara debe conocer por lo menos la teoría, sino es que la práctica, del toreo, para entonces poder entender cuándo es el momento climático de la suerte.

Es también un reto para el fotógrafo, pues realmente es difícil captar la plasticidad, técnica, momento exacto y sentimiento que interpreta el torero, para que en la impresión no se vea fría, acartonada y sin fondo. Aunado a que hay toreros que "son fáciles de fotografiar" y otros que por más que se busque jamás se les encuentra el ángulo.

Además, es literalmente hacer el toreo. Citar, templar y mandar. Los tres tiempos del muletazo. El reto, para quienes buscan reflejar el instante mágico en donde el público expresa el ¡olé! y perpetuarlo en papel, inicia desde el mismo cite del torero; el fotógrafo va templando el dedo para que en el momento del temple suene el ¡clic!, al tiempo en que se observa por la mirilla cómo el toro ha pasado ya por la bragueta del torero.

Al igual que en el toreo, y más con las nuevas tecnologías, los fotógrafos también se "alivian", disparan con ciertas "ventajas", tan válidas como la que más, el disparo continuo, en ráfaga, técnicamente hablando, pero que en un juicio íntimo, restan un poco de ese romanticismo del que todavía subsiste en algunos.

Ese ¡clic!, ¡clic!, ¡clic! de hasta ocho tiros por segundo y que parece que están enviando un telegrama, es un alivio, porque casi seguro que el momento sublime del temple queda registrado en la memoria o en algunos casos el negativo. Aunque hay quienes ni así les entran el torero.
Platicando con varios amigos que usualmente fotografían en la Plaza México, me comentaban que tienen un pacto de fotografiar-torear con verdad, prohibiendo entre ellos la ráfaga para "sentir el cante" de captar una imagen sin recurrir a las bondades tecnológicas. Fotógrafos chipén.

Como el toreo y la fotografía son manifestaciones artísticas, existen tardes que el fotógrafo "no está de vena", el duende no llega y por más que dispare nunca se logra captar una buena foto. Así es el toreo.

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