Lunes, 25 de Noviembre 2024
Cultura | La puesta en escena se presenta en el Teatro Experimental

Feminismo con humor, en Kamouraska

La obra presentada en el Teatro Experimental cuenta la historia de tres mujeres que comparten la imposibilidad de amar y otros problemas relacionados a la existencia

Por: EL INFORMADOR

Ácidas. Su particular visión de la vida, el sexo y el amor, hace de este elenco un coctel hilarante. EL INFORMADOR /

Ácidas. Su particular visión de la vida, el sexo y el amor, hace de este elenco un coctel hilarante. EL INFORMADOR /

GUADALAJARA, JALISCO (22/ABR/2013).- Kamouraska es el universo mental de María Caparrini, Beatriz Campos y Marta Pérez. Entre humanas y caninas, las tres habitantes de este no-lugar poblado de telarañas, comparten la imposibilidad de amar y otros problemas inherentes a la existencia. Para liberarse de ellos aunque sea por momentos, no les queda más opción que reírse de sí mismas.

Antes de que las actrices de la compañía española Inversa Teatro aparecieran sobre el escenario del Teatro Experimental, y mientras el público se acomodaba en sus butacas, en las bocinas se escuchaban los ladridos de unos perros.

“Yo ladro, tú ladras, ella ladra”, dijo Marta, la actriz de cabello largo y vestido de lunares. “Enséñame a amar antes que a ladrar”, a continuación María, para después ponerse a hacer silbidos que asemejanban el sonido del viento. “Yo no quiero ser una imagen, yo soy de verdad. No quiero ser alguien que pasa y ladra”, afirmó Beatriz enérgicamente, y se unió a esta especie de diálogo no lineal en el que se desarrolló toda la obra. Como si los espectadores pudieran escuchar las mentes confusas y obsesivas, pero también divertidas y críticas, de estas tres mujeres gallegas.

Entre las frases veloces que soltó cada una sin dejar mucho espacio al silencio, se entendió poco a poco el conflicto de cada personaje. María negó la existencia del amor; para ella, todo es una gran farsa provocada por las hormonas que incitan a la reproducción. Pero “parir no significa querer dar vida” y mucho menos amar, repitió a lo largo de toda la historia. Bea estaba obsesionada con su libertad. Ha despreciado todo tipo de figura de autoridad y se niega a ser la mujer, ni la madre de nadie. “No soy de ningún lugar, no soy autóctona, nadie me atrapará nunca”, expresó a punto del llanto mientras se movió por el escenario con uniforme de deportista. Marta fue —literalmente— la más perra, y dejó prueba de ello cuando se abalanzó sobre un plato que estaba en el suelo, y rugió a la vez que devora su contenido. Su problema tenía que ver con su cuerpo y con la inexplicable culpa por tenerlo.

Con mucha expresión corporal y una gran dosis de humor, las chicas discutieron y expresaron sus opiniones de temas varios: la violencia con todas sus variantes, la absurda obsesión de consumo, los cuerpos perfectos –e irreales— con los que las marcas promocionan sus productos; la política española, la micro física del poder, el sexo, el amor y el significado de la vida. La obra tuvo una breve temporada el pasado fin de semana y culminó ayer.

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