Ese día, también se les rendirá homenaje póstumo a los antropólogos físicos del INAH, Arturo Romano Pacheco y María Teresa Jaén, quienes identificaron la osamenta de la “Décima Musa”.Josefina Bautista, antropóloga física del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explicó que en la atención de los restos óseos estuvo apoyada por cuatro jóvenes colegas más, mientras las tareas de restauración y consolidación, tanto de la osamenta como de su rosario, corrieron a cargo de la restauradora perito Luisa María Mainou, adscrita a la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural de esta institución.Bautista recordó la trascendencia de los estudios de antropología física hechos por María Teresa Jaén y Arturo Romano Pacheco, pioneros en la especialidad quienes fallecieron el pasado 23 de enero y 16 de marzo, respectivamente.Sobre el análisis efectuado a los restos atribuidos a Sor Juana, la investigadora de la Dirección de Antropología Física del INAH destacó que Romano y Jaén además dejaron casi listo el catálogo completo de los entierros de monjas descubiertos en los años 70 en el Ex Convento de San Jerónimo, en el centro de la Ciudad de México, hoy sede de la UCSJ.Refirió Bautista que en 1978, ambos expertos registraron un entierro en el coro bajo del ex convento, el número 26. Más tarde, los resultados de los análisis antropofísicos y otros elementos como un medallón y un holgado, rosario como los que se observan en el retrato que hiciera Miguel Cabrera de Sor Juana, permitieron adjudicar el esqueleto con el de la religiosa.La reciente intervención de la osamenta que se halla casi completa (salvo algunos huesos faltantes de las manos, de los pies y un par de vértebras) implicó tres semanas, y consistió en una limpieza en seco, un proceso de remineralización y consolidación de las piezas óseas, y la reintegración de algunos fragmentos. Se propuso colocar el esqueleto sobre una base de acrílico en decúbito dorsal (sobre la espalda) con las extremidades extendidas.Sobre un ataúd de caoba se colocará a su vez el extenso rosario con que se acompañó el cuerpo de Sor Juana, éste también descansará sobre una lámina de acrílico. Al respecto, Mainou destacó que 30 por ciento de las cuentas de semillas de palma con que fue elaborado tuvieron un grado de afectación por la putrefacción cadavérica.Detalló que 126 cuentas del rosario son originales y 54 se tuvieron que reproducir con base en cuatro moldes sacados de las piezas originales. En total, 280 cuentas que lograban una extensión de 2.80 metros y un peso de 276.50 gramos. Trece cuentas formaban una cruz.“La cruz se armó de la forma original con que fue confeccionada. A través de análisis de microscopía electrónica de barrido y de MS (espectrometría de masas), se determinó que la cruz estaba armada con un hilo de plata y que las cuentas tenían capuchones también de plata. Todo el rosario se engarzó con hilo de seda”, explicó Luisa Mainou.Los restos mortales atribuidos a Sor Juana, señalan que fue una mujer de complexión menuda, una criolla de rasgos finos, de no más de 1.58 centímetros y que debió de morir entre los 38 y 48 años y reposarán tal y como lo dispuso en su testamento, en el convento de San Jerónimo, señala un comunicado del INAH.