Emmanuel Carballo celebra su 80 cumpleaños

CIUDAD DE MÉXICO.- Emmanuel Carballo (Guadalajara, 1929) cumple hoy 80 años y con tan buen motivo ayer recibió la Medalla Bellas Artes por ser uno de los más lúcidos protagonistas de la literatura mexicana, dueño de una obra prolífica, que lo mismo toca el ensayo, la narrativa o la poesía, y una ardua labor como crítico, antólogo, editor y promotor cultural.

Muchos son los reconocimientos y galardones que Carballo ha logrado cosechar a lo largo de 60 años dedicado a la literatura, como el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística o el Premio Pedro Sarquis Merrewe que le fue entregado hace apenas 15 días en la capital jalisciense. Reconoce, no obstante, que la presea que ayer le otorgó el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) guarda un significado especial: "Es una medalla importante porque le tengo mucho cariño al INBA. Desde que llegué a la Ciudad de México en 1953 he dado cientos de conferencias en la Sala Manuel M. Ponce. Para mí, Bellas Artes es como mi casa, es un lugar que amo. Así que el hecho que me dé una medalla representa una satisfacción muy grande, porque se reconoce la labor de toda una vida".

Son seis décadas de amor a las letras, al periodismo, a la cultura desde distintos cargos, de editar publicaciones de calidad, de ser parte de una generación de grandes escritores entre los que figuran Carlos Fuentes, Emilio Carballido, Sergio Magaña o Jaime Sabines, de ser testigo del nacimiento de autores como José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Sergio Pitol…

A sus 80 años, Carballo no se asume como un hombre completo. "Me gustaría ser más talentoso. Y no es que carezca de talento, pero tampoco soy un súper talento. Si me pone una calificación, puedo obtener un 8.5, que podría ser un nueve -bromea-. No nací para tener 10, eso es para la gente más importante. No soy indispensable, solo soy parte de una época muy importante de la literatura mexicana".

Afirma, sin ninguna duda, que "tomar la pluma, leer y vivir" es lo que más ha gozado durante su vida. "Hay grandes escritores que se las saben de todas a todas que no han tenido una vida que valga la pena. No han sufrido, no han gozado, no han amado, no se han enlocado hasta el cuello. No han vivido profundamente como ser humano. Yo he vivido puercamente la vida", añade.
Entre los aspectos que más le enfadan del mundo donde se mueve están "la mentira y hacer las cosas no para contribuir con tu testimonio, sino hacer literatura para obtener algo a cambio, como un puesto público. Yo todo me lo he ganado a pulso, nadie me ha reglado nada. Me siento un hombre que no se ha engañado a sí mismo, que le complace decir la verdad sustentada en 60 años de experiencia".

En el hipotético caso de que los libros no hubieran sido parte de su vida, dice que "seguramente hubiera llorado desde los tres años de edad hasta mis 80 años. Por fortuna, estoy contento porque me encontré con la literatura".