El uruguayo, el tango y su primera vez

GUADALAJARA, JALISCO (17/JUL/2011).- La noche estaba destinada a la melancolía, al grito, al dolor y a la alegría, todo junto, evocado por un solo instrumento deliciosamente acompañado por la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), que interpretaba el último repertorio de su segunda temporada en el Teatro Degollado. Pero la noche fue de un uruguayo y fue también del director invitado, Leslie B. Dunner, y fue la de todos.

Su nombre es Raúl Jaurena, un uruguayo al que, dicen los que lo conocen, es un maestro del tango, uno de los intérpretes de bandoneón más destacados en el orbe. Su música hace un homenaje muy personal a la influencia de su región natal, América del Sur y su ciudad adoptiva Nueva York, que combina las raíces tradicionales del tango y el estilo del "Nuevo Tango" influenciado por Astor Piazzolla. Eso dicen los que saben… pero a las 20:32 del viernes esto aún no se sabía.

Influencias de Manuel Cerda fue la primera pieza interpretada que no fue escuchada por todos. Las decenas de personas que se quedaron afuera se perdieron de una obra donde las cuerdas iban del drama al dolor. Como si la música se hubiera escrito para el soundtrack de alguna película melosa, el hechizo de los graves impulsaba a los agudos. La OFJ retumbaba antes de que entraran los impuntuales.

Después llegó él, el uruguayo que aún no confesaba su nacionalidad y al que pocos identificaban. Puso una silla en medio de la orquesta, a un costado del director Dunner. No se presentó, fue su bandoneón quien lo hizo. Después los asistentes entenderían que no hay nada tan evocativo como la música. El sonido de La Cumparsita y Adiós Nonino bastaron para que el público se entregara.

Después de interpretar dos tangos de manera ilustre, y de hacer el rito de los triunfadores , Jaurena habló de su instrumento. Sin micrófono y con un Degollado silencioso, el músico dijo que el bandoneón  es muy utilizado en el Río de la Plata, particularmente en Buenos Aires, Rosario y Uruguay, por su vinculación con el tango. Habló del suyo, en particular… dijo que el desarrollo y evolución del bandoneón es bastante incierto, pero se puede destacar a Carl Zimmermann como uno de sus precursores. La verdad es que el bandoneón suena a acordeón latinoamericanizado.

Que lo curioso del asunto, dijo el uruguayo, es que el instrumento en verdad tiene un origen alemán y que el suyo, el que llevo esa noche especialmente para ser la primera vez que tocaba en Guadalajara tenía una fecha de manufactura de 1905. Que entre sus manos llevaba historia pues, que tocarlo no es sencillo, que tiene su trabajo y su chiste. Que bien ejecutado el sonido puede hacer reír, tristear, recordar y llorar. Que gracias por tantos aplausos, dijo el uruguayo, que gracias.

Mejor que esté lleno

Él sentado y su mano derecha en el rostro. Mientras Jaurena le sacaba el aire a su bandoneón Carlos Venegas se acariciaba los labios con las yemas duras de los dedos, como las tiene un comerciante en madera de 60 años como él. Carlos a veces se reía, le gustaba lo que estaba escuchando. Con la otra mano su esposa Mayra Evelyn del Villar lo agarraba en la tercera fila de la luneta. Carlos dice que viene a la Filarmónica no muy seguido, pero que viene cada que puede. Que le gusta la música de cámara, que esta ha sido una buena noche.

En cambio David Padilla tiene 18 años y una frecuencia a la temporada casi perfecta. Dice que le faltaron dos números, pero que toda la primera temporada sí la escuchó. Dice que “ese morenito, el maestro Dunner, es el que se debería de quedar”. La edad no le da para ser purista, dice que el programa aunque está compuesto por temas más populares “es mejor, porque así la gente viene y le empieza a gustar este tipo de música; ya después los gustos también maduran”.

Por lo pronto,  hoy esta historia se puede repetir a las 12:30 horas en el mismo Degollado, cuando la expectativa para conocer al nuevo director comience una cuenta regresiva.