''El teatro muere cuando el espectador lo olvida''

GUADALAJARA, JALISCO (28/SEP/2012).- El teatro se ha visto en la iracunda necesidad de cambiar de voz. De maridarse con otros colores y otros espacios. Diego del Río, de tan solo veintitantos años, se une a la prolífica actividad escénica de los actuales. Unos actuales que ya no piensan en Sabina Berman y que a los clásicos les van dando la vuelta. Del Río es director, actor y productor. Inquieto y propicio para su generación.

Ha trabajado en la compañía Teatro de Ciertos Habitantes con el director Claudio Valdés Kuri, una isla brillante en el océano creativo de este complejo país. También ha colaborado con artistas como Alicia Sánchez o Ruby Tagle, con Morris Gilbert, Alejandro Velis, David Psalmon, Lía Jelin, Eduardo Ruíz y Iona Weissberg, entre varios más. Su hacer detalla la circunstancia de que la escuela se hace con el movimiento propio y asume, como director, una formación polifónica, múltiple, abstracta.

Ufano, señala en entrevista que prepara para el 2013 la trilogía de Chéjov en versión contemporánea. Chéjov es su dramaturgo favorito y para contarlo ha incluido también a la actriz Diana Bracho para La Gaviota, sin embargo y para empezar arranca en un escenario alternativo, como lo es su propio departamento.

Por lo pronto, mantiene Rudo en el trolebús del Parque México en la colonia Condesa del DF, punto neurálgico de las propuestas del teatro actual.

—¿El poder de los jóvenes en el mundo?

—¿Lo tenemos en las manos y no nos damos cuenta de lo importante y de lo trascendental que se vuelve cuando alzamos la voz. El movimiento 132 es mi generación.. Es un momento imporantísimo para el mundo (...) Somos los que seguimos y desde este momento tomamos las riendas y nuestra responsabilidad y el rumbo del mundo. Somos los que forjamos el destino. Así han surgido los grandes movimientos en la historia y los grandes cambios. El otro día hablaba con María Rojo que estuvo en el 68 y me decía que por fin hay una generación que está levantando una voz, que no se veía desde ese momento.

—¿Y frente a esto dónde sitúas el poder del teatro?

—¿El poder del teatro es todo. El teatro es el reflejo de la vida, en este momento histórico es inminenete que el teatro responde y refleja y es la voz y es nuestra manera de expresar y de dar nuestro punto de vista y nuestra posición ante todo lo que está suceiendo. En nuestro contexto social histórico personal, el espectador puede sembrar consciencia a partir de lo que ve. Se hace tangible una postura.

—¿Decía Peter Brook que la catarsis es un concepto que hemos comenzado a olvidar ¿Tu crees que estamos dispuestos a la catarsis?

—Tristemente, yo creo que hay mucha gente que tiene miedo de sentir y tiene miedo de que a partir de lo que ve en la experiencia teatral, se le genere una revolución interna. En una de las presentaciones de Rudo, en la Condesa, me dijo un señor: “ay, es que vengo del teatro y me hacen sentir muchas cosas y como que no me gusta”. Pensé en esto y me pareció muy fuerte . Eso pasa en el colectivo de la gente, pero veo fenómenos en nuestro país como Incendios y todo lo que generó. Una obra que nos quedó como anillo al dedo y que toca temas que no son ajenos.(...) Había muchos jóvenes, yo veía mucha gente de 20 años, gente joven que tiene esta necesidad. Y todo esto va de la mano con la primera pregunta, somos una nueva generación que quiere hacer catarsis y vivir esta revolución interior para salir a la calle, poder manifestarse y generar una postura.

—¿Crees que el teatro y el cine se han acercado?

—Sí, sí creo. La obra de Rudo, a nivel del lenguaje, fue mucho más interesante, algo más cercano al cine. El cine tiene la maravilla de que además de que queda el registro para siempre, el teatro tiene otra magia, vive en el espectador que lo vio y muere cuando el espectador lo olvida.

—¿Qué tan cerca está el teatro de los clásicos hoy?

—Empiezo un proyecto llamado El Universo Chejov: El Tío Vania, Las Tres Hermanas y La Gaviota.

La primera será en mi departamento. Siento que hay como miedo de montar clásicos, creo que depende de cómo los haces y cómo los reiventas, Tío Vania, dirigida por Veronese, marcó mi vida, no sólo como ser humano sino como director. Reafirmó mi amor a este dramaturgo. El proyecto de La Gaviota lo tengo trabajando desde hace tres años. Los clásicos no tienen caducidad, pero a mí no me interesaría hacer un Chejov para vestir a los actores como en la Rusia de esa época, me interesa encontrar la médula de la historia y acercarla a nuestro contexto actual.

—¿Qué género teatral es el regreso del PRI a los Pinos?

—Una farsa, porque es una burla para nuestra historia, nuestro pasado y esperemos que no sea una tragedia.

—¿De Sabina Berman a Legom... ¿Qué hay en medio?

—A mí más bien me interesaría de Legom para acá. Me interesa más lo que genera David Gaitán en sus procesos, me interesa lo que hace Richard Viqueira y Marco Vieyra. Entre ellos también me interesa el teatro de Claudio Valdez Kuri.

—Hay cosas que sólo puede explorar y decir la danza, otras cosas se nombran con el lenguaje articulado de las palabras, pero no todas ¿Para qué se dice el teatro?

—El teatro se dice para vivir. Para respirar. Y desde un punto de vista social es alzar la voz.

FRASE

"Tristemente, hay mucha gente que tiene miedo de sentir y de que a partir de los que ve en la experiencia teatral, se le genere una revolución interna "

Diego del Río, director de teatro, actor y productor