Martes, 26 de Noviembre 2024
Cultura | La catedrática de la UACM habla sobre la poética del fallecido escritor

''Él pensaba que el lenguaje es de nuestros primeros juguetes''

Adriana Jiménez, viuda del escritor Daniel Sada, da cuenta del proceso creativo del escritor fallecido hace un año

Por: EL INFORMADOR

Adriana Jiménez habla sobre el libro póstumo de Daniel Sada ''El lenguaje del juego''.  /

Adriana Jiménez habla sobre el libro póstumo de Daniel Sada ''El lenguaje del juego''. /

GUADALAJARA, JALISCO (25/NOV/2012).- Adriana Jiménez, viuda de Daniel Sada, dice que el escritor pensaba que el lenguaje es uno de nuestros primeros juguetes.

Sada se divertía tanto con las palabras que las inventaba; las exhumaba de la boca de los ancianos, con quienes platicaba a menudo para nutrirse de vocablos. Bregaba con los títulos de sus novelas. Batallaba al decidir colocar el punto final que redondeaba una historia. La escritura lo absorbía por completo.

Cuenta que para construir su última novela, "El lenguaje del juego" (Anagrama, 2012), el narrador nacido en Mexicali en 1953 y fallecido el 18 de noviembre de 2011 siguió fiel a su quehacer literario de manera "arquitectónica", pues la construcción de sus novelas, cuentos y poemas pasaban por una apuesta radical por el lenguaje, la estructura, la construcción de los personajes y, en primer lugar, por el punto de vista.

"Cuando digo que es un escritor arquitectónico podría entenderse que era un escritor que construía sus historias de una manera intelectual. Esto se tiende a pensar y la verdad es que nada estaría más alejado de la realidad. De hecho, él decía a sus alumnos en los talleres que daba que el arte no debía pasar en primer lugar por el intelecto, por la racionalidad. La racionalidad está presente, pero de donde parte es de una raigambre mucho más íntima y misteriosa".

Destaca que era un escritor que apostaba por el lenguaje en términos de léxico. Le gustaban los diccionarios especializados, de arquitectura, cirugía, ingeniería..., porque le aportaban términos de una gran especialización y especificidad: "Él manejaba arcaísmos de una gran riqueza y variedad, vocablos muy antiguos que había recopilado a lo largo de su vida y seguía cazando".

Utilizaba a menudo los dos puntos para que la trama se precipitara cuando llegaba a un punto en el que se estaba dilatando. En cuestión de métrica, recurría en mayor medida al octosílabo, ya que es el sonido natural del castellano.

"Daniel leía y escribía por placer. No era un escritor que apostara por dar lecciones, por hacer un alarde formal, para él la forma y el rigor que tanto han elogiado tenía que ver sobre todo con el placer y el juego".

La catedrática de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) dice que es un gran acierto que el libro se titule "El lenguaje del juego", pues Sada estuvo coqueteando con muchos títulos hasta que llegó a éste que, considera, conjuga no sólo el asunto de la novela, sino toda su narrativa y su poética, "porque a la vez que se refiere al juego del lenguaje, habla de un juego trágico que es el juego que está ocurriendo dentro de la novela, porque lo que está pasando allí es una devastación total de todos los personajes a partir de que la violencia llega a su pueblo".

Al tratar el tema de la violencia, la migración y el narco, Jiménez afirma que la novela escarba la situación de una familia que, luego de que el padre ha cruzado 18 veces la frontera de México con Estados Unidos, decide poner una pizzería empieza un conflicto en el que se pone en juego la vida.

Sin embargo, relata que el autor era renuente hacia la literatura del narco porque consideraba muy fácil derivar conclusiones edificantes de una apuesta literaria que habla sobre la realidad cotidiana.

"Es muy fácil darle un sesgo político, aleccionar, hacer literatura edificante y por lo demás, la literatura del narco se ha vuelto una moda que él detestaba. No se atenía a ellos, le parecía abominable y desaconsejaba a sus estudiantes de seguir las modas literarias".

Destaca que era muy difícil para Daniel Sada escribir el devenir de una familia del norte de México cuyas circunstancias no fueran afectadas por el tema del narcotráfico que aqueja al país.

"Era imposible abordar esta historia sin tocar ese asunto, porque además ese elemento es el que empieza a socavar y a corromper a todos estos personajes, a corromperlos en el sentido más íntimo, a provocar una descomposición social e íntima que le ocurre a cada uno".

AGENCIA INFORMADOR / GONZALO JÁUREGUI

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