Sábado, 30 de Noviembre 2024
Cultura | Realiza exposición innovadora

El museo de Bellas Artes de Suiza homenaje a Konrad Witz

Es considerado una figura destacada en el arte europeo

Por: EFE

La pintura 'Santa Magdalena y Santa Catalina en una iglesia' del alemán Konrad forma parte de la exhibición. EFE  /

La pintura 'Santa Magdalena y Santa Catalina en una iglesia' del alemán Konrad forma parte de la exhibición. EFE /

BASILEA, SUIZA (11/ABR/2011).- El museo de Bellas Artes de Basilea (Suiza) homenajea con una exposición a Konrad Witz, un contemporáneo del flamenco Jan Van Eyck o del italiano Paolo Uccello, y sin duda las figuras más importantes, por innovadoras, del arte europeo de la primera mitad del siglo XV.

La exposición, que podrá visitarse hasta el 3 de julio, incluye, junto a tablas de la producción más bien escasa que se conserva de la mano del artista -veinte seguras, de las que doce figuran entre los tesoros del propio museo- otras de artistas de su círculo o influidos por sus creaciones.

Nacido en Rottweil (suroeste de Alemania), Witz llegó a Basilea en 1434, atraído muy posiblemente por el ambiente cosmopolita generado por el concilio inaugurado tres años antes, y trabajó en temas tan diversos como la herejía husita, la unión con los ortodoxos de Oriente, la paz entre los reinos cristianos y la reforma de la Iglesia.

En poco más de diez años -murió en 1446- Witz creó una serie de altares, de los que sólo sobreviven paneles individuales, además de murales, conservados también únicamente de forma fragmentaria, entre ellos el de una danza macabra.

Una de sus obras más justamente famosas, que no ha podido viajar desde el Museo de Arte e Historia de Ginebra por su delicado estado de conservación y que puede verse sólo en forma de facsímil, es el de "La Pesca Milagrosa", procedente del altar de San Pedro.

Se trata de una de las más tempranas pinturas paisajísticas del arte centroeuropeo, y a su enorme interés contribuye el hecho de que el pintor trasladase la escena original del lago de Genesaret, en Tierra Santa, al para él más familiar lago Leman, de Suiza.

Con el pretexto de una escena bíblica, Witz creó la primera representación de un paisaje que, con la cima nevada del Montblanc, al fondo permite reconstruir, pasados casi seis siglos, más o menos el lugar exacto donde se situó el artista para pintarlo.

Además, en ese cuadro, Witz no sólo escribió su nombre y el lugar de Basilea sino también el año de ejecución (1444). Se trata de la única pintura firmada y datada por Witz, por lo que tiene una importancia capital para el estudio del resto de sus obras.

Otra de sus tablas más conocidas es la que representa a San Cristóbal llevando sobre sus espaldas al niño Dios en trance de bendecir a la humanidad mientras atraviesa las aguas cristalinas de un lago, formando círculos concéntricos al avanzar con ayuda de una rama de árbol.

Sorprende esa pintura no sólo por la extraordinaria concentración del santo, por su poética soledad en medio de un paisaje casi surrealista de rocas que se pierden en la distancia, sino también por los delicados reflejos tanto de su túnica roja como de las rocas y otros elementos del paisaje en las tranquilas aguas del lago, esta vez totalmente imaginario.

Un lugar central de la exposición lo ocupa el retablo del Espejo de la Salvación (Heilspiegel) realizado, según se cree, para la iglesia de San Leonardo, de la misma ciudad, y nueve de cuyos paneles se exhiben ahora tras una cuidadosa restauración que ha durado varios años.

Esos paneles, entre ellos el dedicado a San Bartolomé, a la Iglesia y a la Sinagoga, que se conservan en el museo de Basilea, se han reunido con otros procedentes de Dijon (Francia) y de Berlín.

De Estrasburgo (Francia) procede la pintura titulada "Santa Magdalena y Santa Catalina en una iglesia", con las dos mujeres en primer plano y al fondo, visible a través del vano de una puerta, una viva escena urbana con la que el artista se adelanta a ciertos elementos de la llamada pintura de género.

Con sus juegos de luces y de sombras, su tratamiento casi escultórico de las figuras y la importancia dada a la profundidad del espacio, pero también al paisaje, la obra de Witz delata su profundo conocimiento de sus coetáneos flamencos.

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