Eduardo Milán muestra las múltiples identidades de la lírica latinoamericana

GUADALAJARA, JALISCO.- En el repaso de la nueva poesía latinoamericana realizado por el poeta uruguayo Eduardo Milán (residente en México desde 1979) como tema central de la conferencia magistral que pronunció el viernes pasado en la Casa de la Cultura Jalisciense, dentro de su participación en la Cátedra de Literatura y Artes Agustín Yáñez, destacó la falta de una identidad definida de la obra lírica latinoamericana. "Se tienen muchas identidades, aunque yo hablaría de culturas y no de identidades", añadió.


La conferencia de Milán se prolongó durante casi dos horas, dándole tiempo para abordar la historia de la creación poética en el continente. En este contexto, dijo que "hablar de nueva poesía latinoamericana aparentemente no tiene más historia ni más edad que América Latina".

El autor de libros como Cal para primeras pinturas, Secos & mojados y Estación estaciones también se refirió al concepto de nuevo en la modernidad como un elemento en "la caminata de lo humano" y como "una promesa para mejorar".

Milán habló de la poesía latinoamericana del siglo XX como una "poesía desafiante y de libre respeto a la lengua, no superior a la española, pero distinta".

Considerado uno de los nombres imprescindibles de la actual poesía en español, Eduardo Milán (Rivera, Uruguay, 1952) admite que parte de su obra es difícil de leer. "Pero tuve que elegir -dice-. No soy suficientemente prolijo en mantener una actitud frente al lector. En algunos poemas políticos del libro dedicado a mi padre (Son de padre) logré transmitir bastante. Otras veces no. Pero no tengo una posición rígida ante eso. Y no tengo un programa poético. Cuando uno vive bajo una dictadura depredadora, uno tiende a salvar la vida permanentemente más que a pensar en proyectos literarios de largo alcance".

Milán señaló en su conferencia en la Casa de la Cultura Jalisciense que existen públicos cautivos en la literatura y subrayó la necesidad de una reflexión sobre la excesiva producción de texto y la falta de calidad de los jóvenes poetas.

Huérfano de madre desde la edad de año y medio, vivió no solo la dictadura militar uruguaya sino también el encarcelamiento de su padre, que fue condenado a 24 años de prisión -aunque finalmente estuvo 12- por haber participado en el movimiento guerrillero MLN Tupamaros. En 1979 decide irse a vivir a la Ciudad de México, en donde reside actualmente. De 1986 a 1991 tuvo una columna en la revista Vuelta que dirigía Octavio Paz. Allí se revela como un crítico excepcional. Su obra poética y ensayística alcanza ya una veintena de títulos.