“Desarman” los mitos de las academias de la lengua española

GUADALAJARA, JALISCO (30/NOV/2010).- Después de tantos días de discusión sobre las reformas al idioma español, ayer hubo chance para un respiro: el periodista Álex Grijelmo lanzó preguntas como bombas a los representantes de las 22 academias de la lengua española, durante una fiesta dedicada al español en la que pusieron sobre la mesa los mitos académicos.

Grijelmo fue invitado para lanzar 10 “bombas”, es decir preguntas, para que fueran desarmadas lo antes posible por los representantes de las academias.

La primera “bomba” fue lanzada a José G. Moreno de Alba, director de la Academia Mexicana de la Lengua y anfitrión del encuentro, quien fue cuestionado sobre el poder de la academia española en América Latina. Moreno de Alba desactivó esa pregunta con un argumento que le valió un aplauso: “La lengua le pertenece a los hablantes y nunca ha existido dominio de los españoles”. Agregó que es suficiente mirar las estadísticas que destacan que uno de cada cuatro hispanohablantes es mexicano.

Las preguntas realizadas por el periodista español también tuvieron un tinte divertido, ya que se cuestionó a los académicos sobre su consumo de alcohol y la vagancia en las reuniones. Tal “bomba” fue la más respondida por los académicos, quienes comentaron que sí beben vino, tequila y mate, pero también algunas letras de los libros.

Entre las preguntas incómodas destacaron las relacionadas con el papel del spanglish como el futuro de la lengua de Cervantes, la manera de escribir de los jóvenes en los mensajes de texto y el machismo existente en el gremio, ya que, de los 22 representantes, sólo tres son mujeres.

Al desarrollo y futuro del español en Estados Unidos, el representante de la Academia Norteamericana de la Lengua, Gerardo Piña, comentó que la nación vecina tiene un papel fundamental y que, sin duda, en esa nación está el futuro del español, pues en el año 2050 será el país con el mayor número de hispanohablantes en el mundo.

Los académicos explicaron que la lengua evoluciona. La compararon con un río: ni el idioma, ni la escritura, dijeron, son estáticos.