De identidad e individualismo con escritores latinoamericanos

GUADALAJARA, JALISCO (29/NOV/2012).- Es tema de generaciones pasadas, el Boom se encargó de buscar la identidad latinoamericana. Vinieron nuevos narradores que se proponen otras intenciones en su escritura. ¿Cuál es la identidad, entonces, de los representantes jóvenes de las letras latinas? Sin duda fue acertado aventar esa pregunta en la mesa de Latinoamérica viva dentro de las actividades del jueves 29 en la Feria Internacional del Libro (FIL).

Fue el narrador venezolano Eduardo Sánchez Rugeles quien lo dejó claro en su intervención: por un tiempo la literatura Latinoamericana intentó explicar qué somos, hallar la identidad de un colectivo social. Sin embargo, dijo "el siglo XXI es el retorno del individuo con nostalgia de lo colectivo".

Vestido como joven académico: gafas, cabello perfectamente quebrado por una zanja abierta por el peine al lado izquierdo, camisa a cuadros abotonada hasta el cuello, así luce Rugeles, quien se declara mal cuentista y poco conocedor de su "venezuelaneidad". Su afición es la novela y ya no cree en la búsqueda de identidad nacional o una hermandad entre fronteras porque ni siquiera entiende a su país.

Por otro lado, la novelista chilena Nona Fernández se cuestionó el concepto que se le adjudica como esa generación de los que hoy en día oscilan en los 40 años: los desencantados. Tras una dictadura quisieron creer en la democracia, que dijo estar "afectada por los militares". Por eso ella enfoca su escritura a la literatura fantástica, para escapar de o solucionar problemáticas sociales y de paso enjuiciar a unos padres que les heredaron un Chile en conflicto.

Se queja Nona. Se queja de no tener la oportunidad de conocer a los escritores de otros países latinoamericanos. Dice que las grandes editoriales los secuestran y que sólo por contrabando puede conocer a un nuevo escritor, cuando entre colegas se intercambian nuevos descubrimientos literarios. Pero tiene fe en las editoriales independientes, ésas que en tirajes pequeños publican talento que los monstruos empresariales no quieren incluir en sus listas de novedades.

A manera de respuesta, el argentino Oliverio Coehlo opina que los E-books pueden ser la solución a ese intercambio de talentos que a veces no llegan a salir de su país. Afectado a buen modo por Borges y Cortázar, así se define Oliverio. Un novelista que sólo escribe de noche y acompañado de un whisky.

Mientras tanto Fernando Contreras, de Costa Rica, se describe como nativo de la ciudad más fea del planeta: San José. Dice escribir desde ahí, su lugar de origen, desde una decadencia de las políticas neoliberales.

"La ficción pretende abordar la realidad que nos toca vivir y exponer", declara, y con esa sentencia se explica porque ve llena de fealdad a su San José, porque observa con una mirada realista y cruda.

Así son tan sólo un puñado de los escritores latinoamericanos que se congregaron en una charla de la FIL, para conocerse y charlar como vecinos fronterizos acerca de los temas que como creadores de literatura les intrigan y desean conocer la opinión de sus colegas.