Domingo, 29 de Septiembre 2024

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Cultura | En busca de “reconocimiento”

Damien Hirst vuelve a los pinceles

En todas las obras lo que confirma es esa sensación transitoria

Por: EL INFORMADOR

LONDRES, INGLATERRA.- Damien Hirst, el enfant terrible del arte británico, conocido por sus animales en formol y mosaicos de mariposas disecadas, busca "reconocimiento" y "aprobación" con su sorprendente regreso a la pintura, según el comisario (curador) de su nueva exposición en la londinense Wallace Collection, Christoph Vogtherr.

En este pequeño museo nacional, que aloja verdaderas obras maestras de la pintura europea clásica -coleccionadas en los siglos XVIII y XIX por la familia Wallace-, se exhibe hasta el 24 de enero la primera serie pictórica de Hirst, titulada No love lost, Blue Paintings.

Se trata de 25 óleos pintados entre 2006 y 2008 con los que el artista, considerado el más influyente de su generación en el Reino Unido, vuelve a tomar los pinceles en el sentido más tradicional, dando lugar a una obra figurativa.

Con este marcado giro en su trayectoria, dominada hasta el momento por provocadoras instalaciones de arte conceptual, Hirst aspira a "ser reconocido" y a “obtener la aprobación del público" (y, por supuesto, de la crítica), dice Vogtherr.

El comisario de la muestra apunta que la relación del artista de 44 años con su imagen pública -en la que se mezcla la admiración por su obra con un escepticismo por su marcado instinto comercial- "es de amor y odio".

Así, en varias entrevistas previas a la presentación pública de sus cuadros -algunos de los cuales primero se expusieron en Kiev-, Hirst había expresado su temor a que la crítica los "destrozara", algo que Vogtherr no cree que finalmente ocurra.

Nuevo desafío
 
No love lost (algo así como Ningún amor perdido) es una serie de pinturas de marcados tonos oscuros, sobre todo azules y negros, y un tema recurrente: la muerte.
Desde sus vacas y tiburones en formol hasta sus composiciones con colillas, muchas de las obras del artista exploran ese concepto que le obsesiona y que vuelve a abordar en su obra pictórica, dominada por calaveras, huesos y ceniceros vacíos, que para él simbolizan cementerios.

Floating Skull (Cráneo flotante, 2006), un cráneo azulado que resalta sobre un fondo negro, perteneciente a una serie inicial de la que es la única superviviente, es mucho más oscura que cuadros posteriores, como Men shall know nothing (2008), en la que el pigmento azul se va haciendo más presente.

En todas las obras -dos de ellas enormes trípticos- aparecen elementos típicos de la producción del artista -lo que confirma esa sensación transitoria-, entre ellos osamentas, esqueletos animales y lunares o topos dispuestos en sucesión.

Desde el principio de su carrera, Hirst "ha desafiado lo que significa ser un artista" -el año pasado escandalizó al mundo del arte, y amasó una fortuna, al subastar su obra sin intermediarios- y su salto a la pintura es otro paso en esa dirección, resalta Vogtherr.

Tampoco es casual su elección de la íntima Colección Wallace, en una mansión decorada con exquisito lujo, para presentar en sociedad su pintura, ya que, según el propio artista, quiere establecer una conexión con los pintores clásicos, "conectar con el pasado".

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