Contemplaciones contra el tedio

I

PENDIENTES: Recuerdo la tarde del 23 de abril de este año, cuando el Instituto de Cultura de Zapopan organizó su propia celebración del Día Mundial del Libro: se invitó a varios creadores literarios a leer sus propios textos –fueran inéditos o no- frente a un público que pasó de la vespertina timidez inicial y pesimista (al inicio no llegaban ni a cinco los asistentes) hasta llegar a la celebración concurrida y satisfecha por la noche (al finalizar, había casi medio centenar de personas, más un divertido grupo de escritores conviviendo y charlando, atendidos por dos meseros presurosos que no sabían de dónde había salido tanta gente que brindaba con vino tinto y blanco mientras se zampaba empanaditas y muy ricos canapés). Cerca de las siete o siete y media de la noche le tocó el turno a Karla Sandomingo. Ya me había comentado segundos antes que no leería poesía suya sino un cuento, pues le estaba entrando a este fascinante género literario. Yo, acostumbrado a la poesía directa, clara, sin artificios, pero con un aroma adictivo de selva abierta, de Karla –sensación que aumenta cuando ella misma lee sus textos-, quedé intrigado ante lo que compartiría. Cuando dio lectura a las pocas páginas que traía no dejó de llamarme la atención el interés que despertaron las palabras de Sandomingo particularmente entre las mujeres asistentes. La narración hablaba de una mujer y su descarnada manera de mirar el mundo y decir las cosas, en un entorno de rompimiento y volver a hacer. Cuando terminó, los aplausos fueron nutridos y hubo hasta quien pidió otro cuento.

II

Traigo a colación la anécdota anterior debido a la gran noticia que tuvimos en días pasados: Karla Sandomingo ha ganado el VIII Concurso Nacional de Cuento “Juan José Arreola”, convocado por el Centro Universitario del Sur de la U de G, por su libro Extracto del espejo, reconocimiento que le será entregado, por cierto, hoy 23 de septiembre. Quienes hemos seguido la trayectoria literaria de Sandomingo reconocemos en ella a una de las voces más precisas de la poesía contemporánea escrita por mujeres (y eso que soy partidario de que la literatura no tiene género) en Jalisco. Lo enfatizo porque se trata, también, de una escritora que se distingue por el trabajo y los riesgos: ha sido promotora cultural, editora, colaboradora en la radio y en periódicos, tallerista infantil (tiene un admirable trabajo realizado con niños en muchísimas partes del estado a los que ha despertado no sólo el gusto por la lectura y la poesía, sino hasta su propia creación poética), entre otras habilidades, además de ser una divertida y estupenda conversadora -¡ácida y fina como aguijón!-. Después de casi veinte años dedicados a la poesía –con títulos como Venir del agua, Los círculos del fuego, Navío de tu agua o Instrucciones para dividir pájaros-, Karla Sandomingo da otro gran paso en su formación permanente como escritora. Quienes hemos reconocido en su trabajo literario a una creadora con lenguaje propio no podemos más que ansiar tener en nuestras manos el volumen de Extracto del espejo para entrar de nuevo al original universo de esta escritora, de andar firme y seductor tono de voz. Felicidades enormes.

III

UN PENDIENTE GRIS: Tuve la oportunidad de entrevistarlo poco más de tres o cuatro ocasiones en Radio Universidad de Guadalajara. También no sorprendía verlo de pronto en los pasillos de la emisora invitado en alguno de los programas de Julieta Marón, quien tuvo la fortuna de ser además alumna suya. Siempre me llamó la atención su sencillez, su trato afable y cordial, sin poses ni devaneos. A la hora de responder lo que le preguntaba no ocultaba su emoción y compromiso, su honestidad y entusiasta contagio ante todo aquello que tuviera que ver con el desarrollo de la música de concierto en Jalisco, tanto su difusión y divulgación como la formación y estímulo a la creación. El pasado 2 de septiembre el maestro Víctor Manuel Medeles falleció a los 66 años de edad dejando un considerable legado que deberá ser atendido, sin duda, por académicos o especialistas. Descanse en paz.

IV

De todos los misterios, el más grande es el hombre leo en Antígona, de Sófocles. Estoy en tiempos de lectura. Volver al tomo de Las siete tragedias escrito por el gran poeta griego se ha convertido en un placentero y vital agradecimiento en estos días de recuperación física. Otro gustazo fue releer la Antología de la literatura fantástica, de Borges, Casares y Ocampo. Uno más con la mirada camaleónica de José Joaquín Blanco. Y así, cositas que de pronto uno lee.

V

FINAL: Ya se sabe de que uno es finito, casi nada, apenas un suspiro. Pero cuando esa certeza vuelve a hacerse presente en un hospital, sentada en el pecho de uno, postrado en un camastro; jalando nuestras orejas mientras alguien nos abre el vientre en un quirófano; jugando con su sombra al lado del cuerpo de uno cobijado por el silencio de la sala de Terapia Intensiva, la convicción es otra. Definitivamente.

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