Viernes, 22 de Noviembre 2024
Cultura | Por: David Negro Guerrero

Contemplaciones contra el tedio

Hace apenas unas semanas hablaba en este espacio sobre el porqué del hartazgo y desconfianza de la gente hacia la clase política

Por: EL INFORMADOR

I

Hace apenas unas semanas hablaba en este espacio sobre el porqué del hartazgo y desconfianza de la gente hacia la clase política. Entre otras cosas, señalaba que no era para menos estar completamente enojado ante una bola de aprovechados, las más de las veces ineptos y advenedizos, que lo único que saben hacer -y lo hacen muy bien- es mentir, aprovecharse de su puesto público y olvidarse de la más mínima promesa de campaña ante cualquier oportunidad para demostrar sus cualidades chapulinescas y vivir, cómoda y cínicamente, del dinero de todos. Decía que era una situación cada vez más inaguantable y que, si bien no era nueva, sí se había recrudecido y exhibido de fea forma en estos años de dizque alternancia política y cobijados bajo la perorata de los nuevos tiempos de nuestra lastimada democracia. Y es que los hechos no mienten: fue muy fácil instalarse en la posición de dedos acusadores y gritar a los cuatro vientos que los culpables de muchas de las dolencias que sufre nuestro pobre país eran culpa de esas siete décadas malditas de revolución institucionalizada. Al correr de los años, todos los mexicanos nos dimos cuenta de que no era así, de que se estaban buscando culpables en donde no era menester. La debacle tiene su origen en la podredumbre de un sistema político que está agotado y que, montado en la soberbia, la prepotencia y la ceguera, busca inocentes en donde no los hay. El sistema político mexicano ha sido alcanzado por la peor pesadilla de la que deseaba escapar y que era anunciada, casi con una mezcla de ingenuidad y sobresalto, por hombres y mujeres -del partido que ustedes gusten- que simple y sencillamente han traicionado los ideales que ennoblecen la "praxis" política.

II

Lo acontecido el domingo pasado es una de las mejores lecciones que pudimos hacer recibido. Al decir "pudimos" me refiero a los ciudadanos; aquellos que pensábamos que no valía la pena ir a votar o que, sin otra salida, estamos hasta el copete del abuso y corrupción en que ha caído la política mexicana. Una buena parte del sistema político nacional está lleno de mierda y da visos de que lo mejor es jalarle al excusado y esperar nuevos y mejores tiempos. Todo parece indicar que el arranque de estos nuevos días empezó durante la jornada electoral de este 5 de julio. Pero hay que tener cuidado, porque no deja de ser peligroso descansar un poco la desconfianza y creer que, ahora sí, las cosas ya van a cambiar. Los ganadores -del partido que sea- están ante la oportunidad de demostrar que los altos valores de la democracia no están peleados con virtudes como la humildad, la solidaridad, la sencillez, la verdad o la honestidad. Los ganadores deberán tener mucho cuidado de que no comiencen en sus parcelas a existir tipos inflados de prepotencia y que tengan en la punta de la lengua la palabra "revanchismo" o "venganza". Ya nos hemos golpeado demasiado. Ya nos han golpeado demasiado. Ya nos hemos dejado golpear como para seguir de brazos cruzados.

III

En lo personal, me orilla a cierto optimismo el ser testigo de un aire de prudencia y mesura que ha invadido el espíritu del principal partido ganador en la contienda: el PRI. Bien lo ha dicho su líder: se aprendió de los errores del pasado, pero ha llegado la hora de demostrar que estamos ante un partido político que sí sabe gobernar. Claro, la historia se ha encargado también de pasarles la factura por muchas de las dagas y tropelías que han contribuido a que el país tenga olvidados muchos de sus pendientes y tareas más urgentes; pero tal parece que el ánimo de los ciudadanos de esta primera década del siglo XXI está dispuesto a movilizarse de manera mucho más inteligente y exigente. Ha quedado demostrado que el voto en México es un arma de mucho poder: que, sí, es capaz de quitar y de poner gobernantes.

IV


El fantasma del voto nulo o del abstencionismo se hizo presente, aunque parece que no en la medida que muchos temían. Además, lo que sí se hizo notar, y fuerte, fue la sorpresa que da la voluntad popular y que es capaz de demostrar cómo cruzar una boleta encierra a un ciudadano que aplaude o descalifica las acciones de quien está en el gobierno o desea formar parte de él. Lo que privó, sobre todo, fue el ánimo de cambiar las cosas y de dejar claramente sentado que se está hasta el copete de gobernantes que creen que el pueblo -sus ciudadanos- son menores de edad, están idiotas y dispuestos a creerse cualquier tonta promesa. Mucha suerte a los ganadores: tienen una enorme tarea por delante, además de una inmejorable oportunidad para trazar las rutas de lo que vendrá más adelante. Pero que les quede claro que la gente no votó por ellos nada más por su linda cara o porque tuvieran las mejores promesas: votó a su favor porque está hasta la madre de los que ahora gobiernan y han fallado y mentido. ¿Qué es lo que pasará? Sin duda, cosas mejores, muchas, que tendremos que conseguir, y disfrutar, entre todos. Es un buen momento para darnos esa oportunidad.

Comentarios, quejas e impugnaciones sorpresivas a: davidguerrero.lemus@gmail.com.

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