Martes, 26 de Noviembre 2024
Cultura | Columna

Contemplaciones contra el tedio

Por David Negro Guerrero

Por: EL INFORMADOR

I

Estos días de contingencia sanitaria, explosión de tapabocas y creatividad ante situaciones de emergencia, que desataron un alud de información, tanta que parecía que en realidad estábamos desinformados -¿seguiremos estando?-, opacaron una noticia que mueve al optimismo, tan necesario actualmente. Desde el viernes 1 de mayo entró en vigor el nuevo texto constitucional que reforma los artículos 4 y 73 de nuestra Carta Magna y que tiene que ver con algo que era una demanda exigida desde hacía tiempo por una buena parte de la comunidad cultural y artística: el derecho a la cultura de todos los mexicanos y que ese derecho estuviera amparado por la Constitución Política de nuestro país. En la edición del 30 de abril pasado, el Diario Oficial de la Federación publicó el decreto "por el que se adiciona un párrafo noveno al artículo 4; se reforma la fracción XXV y se adiciona una fracción XXIX-Ñ al artículo 73" de nuestra Constitución.

II

Una de las especialistas en políticas culturales en nuestro país es Lucina Jiménez. Ella señalaba en un artículo publicado el 10 de octubre del año pasado, en El Universal, el enorme "rezago respecto a la institucionalidad de la cultura" que se padecía en México, y citaba al especialista español en derechos culturales Jesús Prieto, quien afirmaba que "la Constitución de 1917 fue la primera que incluyó en su redacción el término cultura", por lo que "pareciera contradictorio que nuestra Constitución no incluyera los derechos culturales en su articulado". Jiménez ilustraba esa contradicción con cifras alarmantes en el consumo cultural nacional que muestran claramente lo mucho que falta por trabajar en ese ámbito y que confirma que no siempre los discursos, cifras y estadísticas oficiales son para alegrarse. Por ejemplo, señalaba que aproximadamente el 60% de los mexicanos nunca ha ido a una función de danza, de teatro o a un museo; y que "la mayoría de las programaciones artísticas de las instituciones abarcan cuando más al 15% de la población, cuando no al 8%".

III

En ese sentido, no cabe duda de que se ha dado un gran paso en materia legislativa a favor del desarrollo de la cultura en México y el elemental derecho que tienen los mexicanos para disfrutar y beneficiarse de ella. Ya se ha dicho que muchísimos de los rezagos y problemas que arrastra nuestra manoseada patria podrán terminar el día en que se hagan efectivas esas dos grandes revoluciones que tanta falta hacen: la educativa y la cultural. En el caso de la primera, está difícil al ser testigos de la tremenda corrupción y descomposición en que está sumido el sistema educativo nacional, situación que no tiene para cuándo terminar sobre todo cuando somos testigos de los cínicos apapachos que existen entre las autoridades -de cualquier nivel- y esa auténtica lacra que se llama Elba Esther Gordillo (no hay que olvidar que hasta el gobernador de nuestro Estado le dijo que aquí, en Jalisco, tenía a "sus soldados" para cuando ella mandara. ¡Hasta dónde hemos llegado!), que ha transformado la noble misión y labor de los profesores y maestros nacionales en un vía crucis plagado de transas, influyentismos, robos descarados y abandono total hacia el compromiso con la educación de los mexicanos (¿se puede esperar algo distinto de una corrupta que lleva 17 años cobrando dos sueldos en distintas escuelas ¡sin pararse en ellas!?

IV

Por lo que toca a la segunda, la revolución cultural, está todavía peor porque va indisolublemente ligada a la primera; es, para decirlo más sencillo, consecuencia de la anterior. ¿De qué sirve que exista un trabajo comprometido, incansable, contra viento y marea, por parte de nuestros artistas y creadores si la mayoría de la población vive en el atarantamiento mediático y la desinformación voluntaria? Abruman las cifras, pero son pocos, muy pocos, los que apuestan porque el teatro, la danza, la literatura, la música, el arte popular, las tradiciones y demás formen parte de la vida diaria, colectiva, familiar e individualmente. ¿Qué gobernantes recordamos que hayan pasado a la historia por su entregado y visionario trabajo en pro de una mejor calidad de vida cultural? El siglo pasado arrojó muy pocos nombres (¡si Agustín Yáñez viera en qué se ha convertido la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres!) y para lo que llevamos del presente, simple y sencillamente se ve peor.

V

Así pues, no debe dejar de reconocerse este significativo avance: ahora falta que no quede en letra muerta, que se lleve a la práctica y se comience por dar mejores certezas -particularmente jurídicas- a todos los involucrados en la dinámica cultural de México. Porque, además, aquí es tarea de todos; y es que si nos esperamos a que nuestros brillantes diputados y senadores hagan las cosas ellos solos, así nos va a llegar el día de la resurrección.

VI

¿Y las reformas a las leyes de Radio y Televisión, y Telecomunicaciones, cuándo? Pero las de verdad, las que tienen más impacto y trascendencia, no las electoreras (que tienen lo suyo, sí, pero se quedan cortas ante lo verdaderamente importante y de fondo: la democratización de nuestros medios).

VII

"Bien diferentemente habían sido tratados por sus presidentes. La codicia y la ambición son la funesta marca de su dominio; sus acciones sólo las guiaba el odio entre los partidos". De Un viaje a México en 1864, de Paula Kolonitz. ¿Ha cambiado algo la cosa?

Comentarios, quejas y contagios de optimismo a: davidguerrero.lemus@gmail.com.

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