Charlan sobre novela gráfica

GUADALAJARA, JALISCO (27/FEB/2013).- En México nunca se apostó por crear autores en el cómic o en la novela gráfica, reflexiona el escritor y dibujante Bernardo Fernández, durante la charla "Universos de color y tinta: la novela gráfica actual", que se llevó a cabo en Casa Cortázar en punto de las 20:30 horas.

Autor de novela policiaca y ciencia ficción con 25 años de experiencia, "Bef" comentó que anteriormente el negocio del cómic -que después derivó en novela gráfica- estaba orillado a la maquila y para realizar una historia de calidad, se requería de oficio, "había que ser un guionista muy solvente y un dibujante con mucho oficio para poder hacer una Sensacional de Traileros o un Libro Vaquero, pero, por alguna razón que desconozco y que atribuyo a una profunda mediocridad, los editores no estaban interesados en que se generara un discurso profundo".

Sin embargo, Fernández explicó que desde hace un par de décadas hay gente interesada en combinar palabras e imágenes para contar historias que se podrían contar mediante la palabra agregándoles la gráfica y la pintura. Dijo que combinando éstos elementos con un objeto literario es lo que ahora "pomposamente" se ha llamado novela gráfica.

"Aquí se pueden contar historias, aquí se pueden decir cuestiones pertinentes y además se pueden desarrollar el discurso gráfico".

También presente en el evento, el escritor y dibujante Sergio Vicencio coincidió con las ideas de "Bef" y resaltó que las personas que se dedican a hacer cómic comparten la característica de haberle conferido un poder insondable a las imágenes.

"Como seres humanos hemos elevado la imagen casi al nivel de permitirle que represente lo que imita o lo que reproduce y eso a mí me parece maravilloso".

Egresado de la Licenciatura en Letras Hispánicas de la Universidad  de Guadalajara (UdeG) y  ganador del Premio Jus de Novela Gráfica por la novela En el espejo de arena (2011), Vicencio destacó que el cómic también puede ser íntimo, pero que la parte industrializada de los cómics, en donde seis o siete personas intervienen en un mismo trabajo, evita esa intimidad.

"Puede que a veces no estemos viendo todo lo que hay en la imagen y hay que casarse un poquito con lo que estás leyendo, dejarse embeber por la imagen siempre manteniendo claros los límites y mezclándolos para que haya un poquito de juego".

EL INFORMADOR / GONZALO JÁUREGUI